Costa Rica es un país próspero. Sus pobladores siempre están tranquilos y felices, seguros que ningún huracán ni terremoto tocaría su casa. Tiene una defensora muy influyente, la misma Virgen de los Ángeles. Y es verdad, los huracanes destructivos pasan Costa Rica de lado, los temblores no son fuertes, y hasta los volcanes duran en erupción sólo un poco, apenas lo suficiente para atraer la atención de turistas. La conocida canción de Trino López “Linda Costa Rica” dice: “Que linda es mi Costa Rica! que la Virgen de los Ángeles bajó, y cuando la vio tan bonita, al cielo jamás regresó”.
Los costarricenses son santos devotos de la Virgen María y no dejan de darle gracias por sus favores. Pero cada 2 de agosto, en el Día de la Virgen de los Ángeles, este sentimiento se expresa especialmente fuerte. Miles de personas – tanto ticos como extranjeros, residentes o turistas – se dirigen a la Vieja Metrópoli, el lugar donde habita la “Negrita” – la estatua milagrosa de la Madre de Dios.
La ciudad de Cartago fue la primera capital de Costa Rica. En el siglo 17 los españoles vivían en la ciudad y los indígenas, alrededor de la ciudad, en las montañas. Existe una leyenda que reza que en el año 1636 una niña indígena pobre llamada Juana Pereira estaba recogiendo leña en el bosque y encontró sobre una roca una figurita muy linda hecha de jade con la imagen de la Virgen María con el Niño. Llevó la figurita a la iglesia y se la dio al sacerdote. Aquél se lo agradeció y la guardó en un cajón. Al día siguiente fue a colocar la estatua en algún lugar visible en la iglesia, pero no la encontró en la caja. Y la niña la vio de nuevo en el bosque sobre la roca, la tomó y de nuevo se la llevó a la iglesia, pero la Virgen María no quería quedarse allá y de nuevo se transportó al bosque. Entonces el sacerdote comprendió que era una señal divina de que esta estatua quería quedarse en aquel exacto lugar. Construyeron una pequeña ermita alrededor de la roca, y la gente comenzó a ir allá para rezar a la divina Virgen. La estatua apareció por primera vez ante la gente el 2 de agosto, en el Día de la Virgen de los Ángeles. Así que a la escultura le pusieron el mismo nombre. Y después le dieron otro apodo más cariñoso – “La Negrita”, debido al color gris oscuro del material de que estaba hecha. Desde el año 1824 la Virgen de los Ángeles se considera oficialmente la Patrona de Costa Rica. La figurita mide 20 centímetros y cada año le ponen diferentes vestidos muy elegantes y la mantienen dentro de un trono especialmente hecho, de 1 metro.
En el siglo 18 en lugar de la ermita construyeron un templo llamado la Basílica de Nuestra Virgen de los Ángeles que permaneció de pie por 100 años, pero después sufrió daños por causa del terremoto de 1910. Preservaron el altar original y en el año 1912 construyeron otro templo de belleza extraordinaria en estilo barroco, lleno de vitrales de colores, techos arqueados y esculturas. Desde aquel tiempo se comienza a formar la tradición y cada 2 de agosto la gente va a pie a Cartago para asistir a la misa festiva. Los habitantes de San José tienen que superar 23 kilómetros de camino, y los que viven en regiones alejadas del país, tienen que caminar varios días. Marchan familias enteras, o en grandes grupos de amigos, con niños o no a pie, en coches o alzados, también personas mayores, algunos caminan descalzos y los últimos metros de recorrido lo hacen de rodillas. A lo largo de la carretera, para su servicio, se organizan ventas de frutas y bocadillos regulados por las municipalidades y el Ministerio de Salud, también se instalan puestos de entrega gratuita de bolsas de agua potable. Y a lo largo del recorrido entre San José y otros lugares cercanos, se instalan puestos de la Cruz Roja, con personal paramédico listo para atender a quienes sufran quebrantos de salud. Cada año la cantidad de peregrinos aumenta. Este año más de dos millones de personas caminaron a Cartago y de estos más de 3 mil recibieron servicio médico gratuito de emergencia.
Los costarricenses aseguran que la Negrita hace muchísimos milagros: cura personas con enfermedades graves, a las mujeres infértiles les ayuda a quedarse embarazadas, a otras les ayudó para obtener empleo, y siempre ayuda a los estudiantes en sus exámenes. Los costarricenses bien agradecidos dan a la Iglesia regalos simbólicos hechos de oro, plata u otros materiales. Al entrar en la Basílica primero rezan, después pasan en fila y dan besos a la roca sagrada sobre la que está colocada la estatua, y al salir, toman un trago de “agua bendita” de un riachuelo que corre cerca de la iglesia. Mucha gente se lava el cuerpo y llenan botellas hechas en forma de la estatua.
El último milagro que hizo la Virgen de los Ángeles fue “iluminar” a los romeros, y aquellos se esforzaron para dejar limpia la carretera donde caminaban. Con mucho cuidado colocaron toda la basura en contenedores especiales que estaban en las orillas, unos para plásticos, otros para latas de metal, cajas de cartón y para restos de alimentos. En total, más de 3 toneladas de material fue recogido para reciclado.
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