Lela Taliashvili, científica astrónoma, llegó procedente
de Georgia a Costa Rica con su familia.
En su patria las condiciones se volvieron muy difíciles, así que
tuvieron que emigrar. Planes de viajar a
África del Sur no se concretaron y tuvieron que buscar un país donde podrían
entrar sin visa. Por dicha, encontraron
a Costa Rica, donde llegaron en 1995 y se acomodaron perfectamente bien,
gracias a que los dos cónyuges son excelentes profesionales, cada uno en su
rama. Los hijos también progresaron en
su educación. Ahora Lela está al frente del
Centro de Investigaciones Espaciales en la Universidad de Costa Rica y también
del Planetario de la Universidad. Ella
se dedica al estudio del Sol. En 16 años
de su carrera, ha preparado a muchos científicos
en su especialización y sigue desarrollando la ciencia en colaboración con
científicos de Rusia y Francia. “Las amistosas sonrisas de los costarricenses,
su benevolencia, el ambiente pacífico del país – es todo lo que una persona
puede soñar para vivir completamente feliz.
Por supuesto, nos gustaría visitar la querida Georgia, pero sólo por un
tiempo. Hemos comprado una buena casa
cerca del trabajo y pensamos quedarnos aquí para siempre”.
Entre
nuestros compatriotas hay gente de muchas nacionalidades. Esta vez les contamos sobre una hija de la soleada
Georgia que consagró su vida al estudio del Sol y de otras estrellas.
- Lela, usted nació y creció en Tiflis. ¿Por qué eligió una profesión tan “poco
femenina”? Se sabe que los georgianos
son gente muy tradicional…
- Desde niña fui muy buena estudiante,
especialmente me fue bien con matemáticas.
En los grados superiores pasé a una escuela especial de esta materia. Me interesaba tanto la astronomía como la medicina
y la música. Mis padres querían que yo estudiara la primera, pero decidí ser
astrónoma, y cuando tenía 9 años asistía
a un curso de astronomía en el Palacio de los Pioneros, donde estudiábamos muy
en serio, sobre el origen de las estrellas.
Entré a estudiar a la Universidad Estatal en la facultad de matemática y
después también terminé el posgrado de astronomía. Paralelamente trabajaba en el Laboratorio de
Rayos Cósmicos de la Academia de Ciencias de Georgia. Pero no pude hacer la tesis allá porque en el
año 1993 comenzaron los disturbios en el país.
Por la ciudad andaban los tanques de guerra, nuestra calle a veces fue
baleada, hasta le daba miedo a uno salir de la casa. Cada vez que mi hijo tenía que regresar de la
escuela, yo estaba atacada por los nervios.
Es obvio que era imposible vivir así.
Entonces decidimos abandonar el país.
En aquellos años, el 50% de la población de Tiflis se fue al extranjero.
- ¿Y por qué escogieron precisamente Costa
Rica?
- Por pura casualidad. Quiero aclarar que nunca habíamos planeado irnos para siempre. En aquel entonces logré conseguir una beca
para participar en un trabajo de investigación sobre mi tema científico en África del Sur, en la
ciudad de Porchestrum, donde se encuentra el mundialmente famoso Centro de
Investigaciones Espaciales. Mi esposo
Mamuka también se puso de acuerdo y consiguió un contrato ya que con su
profesión – ingeniero en computación – es muy fácil conseguir empleo por donde
quiera. Así que todo se arreglaba bien:
nos iríamos por cuatro años, allá podría terminar mi tesis y graduarme con un postgrado, y cuando en Georgia todo estuviese
arreglado, regresaríamos a casa. Pero
lamentablemente no pudo ser así. En
África del Sur en esos tiempos también sucedió un cambio del régimen estatal,
al poder llegó el gobierno de Nelson Mandela, y el ambiente en el país cambió
por completo. No me aconsejaron ir para
allá, menos con los niños.
- ¿Y al fin, cómo terminaron en Costa Rica?
- El problema principal era conseguir las
visas. Y Costa Rica en aquellos años nos
otorgó la entrada prácticamente libre por causa de las condiciones críticas en
Georgia. Primero fue mi esposo solo y
tuvo suerte de conseguir empleo muy rápidamente. En aquel año el banco privado COOPEMEX
anunció el concurso para ocupar una vacante de ingeniero en programación. Mamuka les hizo un excelente programa muy
rápidamente, y le dieron el contrato.
Pronto llegamos mis hijos y yo: el mayor entonces tenía 13 años y la
menor sólo 4.
- Y usted, una profesional de nivel tan alto,
por supuesto, no se quedó en la casa para hacer oficio.
- Sin duda, de una vez me puse a buscar
contactos entre los compatriotas-colegas.
Al principio me ayudó Ludmila Semenova, muy buena especialista en el
área de física matemática quien trabajaba en la Universidad Nacional de
Heredia, ahora ya está pensionada. Me
presentó con Rodrigo Alvarado el que poco antes había regresado después de terminar
sus estudios en Moscú, y trabajaba en la Universidad de Costa Rica en San
José. En aquellos años, sólo había dos astrofísicos
en la universidad: él y Jorge Páez. De
una vez me nombraron profesora interina en el programa de maestría, y comencé a
dar clases en idioma inglés. Estudié el
inglés técnico en la universidad en mi país, así que al principio me sacó del
apuro. Rodrigo me ayudó con el idioma
español y pronto lo aprendí. Nunca he
sido muy talentosa para idiomas, pero inventé mi propio método: observé que
muchas palabras sonaban casi igual tanto en inglés como en español, las
subrayaba en el diccionario y las memorizaba.
El idioma español es muy melódico y es un placer hablarlo. Además, formaba neologismos, palabras que no
existían en el idioma, pero la gente me entendía, me trataba sin burlas y con
gran calidez. Por todo eso estoy muy agradecida
a los costarricenses. En este país
pacífico de excelente clima nos dieron refugio y trabajo, y ¡qué más necesita
uno para ser completamente feliz!
También estamos muy agradecidos con la Embajada de Rusia ya que sus
funcionarios nos ayudaron con el trámite de legalización de nuestros títulos y
otros documentos. Más adelante, ahí
mismo también tramitamos el traslado de la pensión de mi padre, ciudadano ruso,
quien después llegó de Moscú y se quedó
a vivir con nosotros.
- ¿Cuál es el tema científica que usted
principalmente trabaja?
- Desde el puro principio y hasta ahora, por lo general
estudio el Sol: su estructura, los procesos interiores, las explosiones, los
rayos, el clima espacial, ya que toda la vida en la Tierra depende de nuestro
astro: la actividad solar ejerce influencia tanto en los rayos espaciales como
en la magnetosfera de la Tierra. Este
tema se convirtió en uno de los rumbos
principales del trabajo de nuestro Centro de Investigaciones Espaciales de la
UCR del cual soy directora. Ahora ya
casi tenemos listo nuestro propio observatorio, y con la ayuda de este telescopio
MEADE ED APO 178 de 7” se podrá estudiar nuestra estrella más cercana. El tema del Sol es el más actual en
astronomía, al lado del clima espacial.
En 16 años de trabajo en la universidad preparé muchos estudiantes especializados
en astronomía. Cuando llegué a trabajar
aquí, sólo tenía un grupo de estudiantes de astronomía, ¡y ahora tenemos
cinco! Últimamente no sólo preparamos estudiantes
de maestría sino también doctores en ciencias. Todos los profesores de la cátedra de
astronomía son antiguos alumnos míos.
Coordino la cátedra de astronomía en la universidad y yo también obtuve el doctorado aquí en colaboración con Francia y desde aquel entonces sigo manteniendo
contactos con los científicos del Observatorio Paris-Meudon; el año pasado preparamos
un acuerdo sobre mutua cooperación científica y lo vamos a firmar en julio
cuando vaya a visitar el Observatorio. Voy a Francia muy a menudo. Igualmente estamos en contacto estrecho con
los científicos del Instituto ruso IZMIRAN y hace poco dos representantes de ellos han
venido a Costa Rica para un congreso internacional.
Lela con el científico francés de origen armenio Zadig Mouradian
- ¡Usted también es directora del Planetario!
- Sí, es otra faceta de mis actividades, no
menos importante. Por supuesto el
planetario de aquí no es tan grande como el de Moscú, pero tampoco es
pequeño; se considera un planetario de
tamaño mediano. Cada día aquí vienen de
120 a 200 estudiantes para asistir a los programas de cosmología y diferentes
aspectos de astronomía. Los profesores
de ciencias naturales reservan el cupo con anticipación y escogen el tema
necesario. Por lo general, presentamos
programas para los estudiantes de colegios, pero a veces también vienen
escolares de primaria. ¡Es que a todo el
mundo le gusta mirar las estrellas!
Estos programas son nuestro aporte en la popularización de la ciencia y
en la educación científica de los costarricenses.
- Los niños a menudo
preguntan, ¿cómo es que las estrellas reciben sus nombres? ¿Usted conoce algunos planetas o asteroides
que obtuvieron sus nombres en honor de
sus descubridores?
- En tiempos antiguos, a las estrellas se les
daban nombres de dioses árabes, griegos o romanos, de ahí algunos como
Aldebarán, Castor o Porrima. A menudo
los científicos determinan los nombres de las estrellas por su posición en una
constelación y les adjudican letras del abecedario griego, por ejemplo, Alfa Tauri. También a planetas menores (asteroides) y
cometas a veces les dan nombres de sus descubridores, por ejemplo el Cometa Halley. Muchos de ellos fueron descubiertos por
científicos soviéticos y fueron bautizados con sus nombres. Por ejemplo, Daniil Granin descubrió un
asteroide y ahora aquel lleva el nombre de Dangrania. Las decisiones sobre toda la nomenclatura espaciales
las toma la Unión Mundial de Astronomía, y el registro se maneja en el Centro
Internacional del Observatorio Smithsoniano en los Estados Unidos. Pero por lo general, los cuerpos celestes se
identifican por números, método principal de su identificación.
- ¿Usted cree que existe vida en otros
planetas?
- ¡Por supuesto! La vida es un fenómeno completamente regular
y natural, por esta razón debe estar esparcida por todo el Universo.
- ¿Y qué piensa usted sobre el trabajo de
Franklin Chang con su motor de plasma?
- Es un proyecto muy futurista y no será muy pronto que se podrá llevarlo a uso
práctico. Cuando Franklin Chang apenas
estaba empezando a trabajar en eso, todos lo acogieron con gran
escepticismo. Pero ahora ya se ve que
tiene buenos resultados, y en muchos países aparecieron labores
semejantes. Esto indica que es una
tendencia prometedora.
- ¿No le hace falta Georgia? Ahora, que las
condiciones en el país ya están en regla, ¿no quieren regresar?
- Sí, por supuesto, tenemos muchos deseos de ir
a la patria, visitar Tiblisi, vernos con familiares y amigos. Pero no estamos
planeando regresar para quedarnos, tal vez, sólo ya pensionados. Trasladarnos, comenzar todo de nuevo, ya no
será posible. Ahora ya me dieron puesto
en propiedad y hace poco me nombraron catedrática en la UCR, los hijos también
están bien colocados: el mayor es músico guitarrista, se graduó de la
universidad y trabaja en una academia de música, también da conciertos, y la
hija está en el tercer año de derecho en la UCR. Ella se vino muy pequeña, y para ella el
idioma español, más bien, es su lengua materna.
En casa hablamos georgiano, ella lo entiende, pero habla muy poco. Mi esposo se quedó sin empleo hace dos años,
cuando el COOPEMEX se fue a la bancarrota.
Pero no se desconcertó, comenzó a importar vino de Georgia. ¡Ahora nuestro vino se vende en Costa
Rica! Hace poco, unos turistas rusos
estaban hospedados en un hotel en Guanacaste, y en el restaurante de allí en el
menú encontraron vino georgiano. ¡Quedaron
en shock! En Moscú, hace tiempo no se ha bebido este
vino, ¡y en un país tan lejano como Costa Rica, sí lo hay! Así que pienso que también es un rumbo muy
prometedor. Pero lo principal es, que me
encanta mi trabajo: aquí es un campo interminable de cosas por hacer, todo está
por delante, el estado costarricense es muy generoso al financiar la obra
científica de la universidad, y eso me da aún más energía y entusiasmo.
- Muchas gracias por la información tan
interesante. ¡Es un gran orgullo que
entre nuestros compatriotas hay científicos tan destacados que elevan la
ciencia costarricense a un nivel internacional!
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