Suena el clarín, se abre la puerta del toril, y un enfurecido toro sale disparado hacia la arena. Casi tres decenas de jóvenes, amontonados frente él, se desbandan corriendo en todas direcciones mientras el aturdido toro mirando alrededor, descubre un espacio amplio, con montones de personas frente a él y en las graderías, trapos coloridos que bailan frente sus ojos… No sabe qué hacer mientras va mirando con torpeza tanto a la derecha como a la izquierda. De repente pasa corriendo una rápida figura que le pega en la nariz. Al toro no le gusta eso para nada y se pone a correr para alcanzarlo, pero el diestro muchacho vestido en un traje rojo de Flash ya se ha escondido detrás de la valla. Un grupo de jóvenes, algunos con simples camisetas, o enfundados en trajes de personajes de la comedia popular “El Chavo”, o de supermanes, hombres araña y payasos, miran pasmados el cuerpo musculoso del toro negro de 450 kilogramos de peso, su dura frente, sus cachos muy abiertos, sus pequeños ojitos llenos de maldad. El toro enojándose más, baja su cabeza y comienza a cavar en la arena con su pata delantera – clara señal de pronto ataque. Los “toreros improvisados” – así llaman en Costa Rica a los atrevidos que entran al redondel – lo incitan al juego: agitan sus brazos, brincan, gritan… El toro se echa a correr hacia delante, pero de nuevo los hábiles jóvenes lo eluden frente sus narices. Esto sigue durante cinco minutos, diez… Hasta que uno de ellos, al atascarse en la arena, tarda en correr. El toro lo alcanza, lo empuja por la espalda, lo tira al suelo y lo maja con su casco. Al instante los compañeros agarran sus capotes y le cierran al toro todo el campo visual. En este momento otros agarran al desafortunado por los pies y lo arrastran a un lado y de una vez lo acuestan en la camilla sacándole del campo. Como regla general, después del examen médico resulta que sale librado con sólo el susto ó unos pequeños rasguños y golpes. Un día de estos un toro le quitó el pantalón a un muchacho y le desnudó sus partes nobles, lo que provocó unas grandes y largas carcajadas en los espectadores. El video está en YouTube (http://www.youtube.com/watch?v=A9PrJ6pHVNg). Pero a veces sucede algo peor: el toro engancha al improvisado por el pantalón, lo tira hacia arriba sobre su espalda, lo voltea en el aire como si fuera un muñeco de trapo y después lo arroja al suelo. Los “ levantines ” como esos a menudo conducen a fracturas y consecuencias serias, pero los desenlaces mortales, por dicha, son muy raros ya que a los toros les liman un poco las puntas de los cachos. La corrida clásica española donde hay que matar al toro está prohibida en Costa Rica por ley y además, aquí funciona una muy activa sociedad protectora de animales.
En Zapote (un distrito de San José) está el redondel – un edificio redondo, especie de arena de circo, destinado exclusivamente a corridas de toros, donde cada año -del 25 de diciembre al 1 de enero- durante los Festejos Populares de la ciudad, se realizan las corridas de este tipo. Sólo una vez, cuando el Ministerio de Salud clausuró el redondel por vetusto y deteriorado, no se llevaron a cabo las corridas, por lo que este fue el año más triste en el país. En el 2007, en el mismo lugar, se construyeron las graderías nuevas.
Al pagar una módica suma, cuatro mil espectadores de todas las edades, adornados con disfraces de payasos, pelucas de colores y trajes de todo tipo, pueden disfrutar los toros a la tica, acompañando el espectáculo con un rico panecillo y un vaso de cola. ¡Las bebidas alcohólicas están prohibidas en el redondel! A los toros a la tica les acompañan presentaciones de toreros profesionales, procedentes por lo general de México. También se presentan competencias de montadores –vaqueros que cabalgan toros jorobados de la especie Cebú y de una tonelada de peso- donde el montador debe mantenerse sobre la espalda del toro por lo menos 10 segundos, algo que muy pocos logran.
Hay dos corridas diarias, de 3 a 6 pm y de 8 a 11 pm, las cuales son seguidas por el resto de la población costarricense (Aprox. de 4,5 millones) por la televisión. Es usual escuchar en las casas todo el tiempo gritos de “huy-huy-huy!” acompañados con estallidos de carcajadas. La narración-fuera de cámaras- está a cargo de un selecto grupo de actores cómicos que comentan el show en vivo, cuentan chistes, hacen parodia de las figuras famosas del país, mientras en la parte baja de la pantalla constantemente aparece una línea continua de mensajes de texto enviados por los televidentes c: “Muchos saludos para todos los familiares en Salitral!”, “Feliz Navidad y Año Nuevo! Familia Rodríguez”, “Te amo, mi gatito! Isabel”, “Saquen estos payasos de la Asamblea, son tontos”, “Mande su mensaje por el teléfono celular, valor – 500 colones”.
La corrida de toros es una diversión muy antigua. Más de 10 mil años antes de Cristo, como muestra la pintura mural de la isla de Creta, la gente se divertía saltando sobre la espalda de un toro – lo mismo que podemos ver en Zapote. Con razón existe la expresión “tomar el toros por los cuernos”. Nada enciende tanto las pasiones y sube la adrenalina en la sangre como el peligro, vivo y respirando con calor, a dos pasos de uno. Luchar contra un toro – en griego taurocatapcia - es una diversión favorita no sólo en Europa, sino también en muchos países de América Latina y es parte imprescindible de la cultura costarricense.
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