Por el camino montañoso entre Cartago y Orosi se abrió un museo inusual: todas las figuras, fotografías y cuadros allá están hechos de … café.
“El café es la bebida tradicional en Costa Rica. Su cultivo y exportación transformó a nuestro país de la república más pobre de América, en lo que es ahora: un país próspero, bello y culto. Por eso decidí a trabajar con café para usarlo en mi nuevo arte. Es un producto natural, limpio, bueno para la salud, y el usarlo no produce daño alguno a la ecología. Escogí este lugar en las montañas para mi museo porque es precisamente aquí donde por primera vez se comenzó a cultivar café en Costa Rica” – dice Saúl Bolaños, el autor de más de 500 obras de arte que él expuso en su nuevo museo para la atención del público.
El tipo principal de imágenes que produce Saúl es la fotografía, siendo de notar que en estas fotografías se representa el café en sus diferentes aspectos: granos, campesinos con canastos, niños a la par de arbustos de café, carretas típicas aparejadas con bueyes transportando los granos, etc. Además, hay muchas fotos con temas históricos: retratos de hombres destacados en política de Costa Rica, edificios antiguos, monumentos e iglesias. Saúl también publicó todas esas fotos en un libro que se titula “Raíces de Costa Rica”. En el mismo explica en qué consiste su arte inusual.
Pero el café, no es sólo el tema principal de sus imágenes. El secreto está en que las mismas imágenes están hechas de café. Al meter una servilleta con la imagen impresa de color café en agua caliente, el dibujo poco a poco se disolverá y se transformará en una rica bebida ¡que uno puede tomar de inmediato! ¡Y acompañarla con una galleta! ¡Esto sí que es un recuerdo para los turistas extranjeros. Nadie todavía ha hecho algo así!
Saúl es un hombre de gran ingenio. Más de veinte año ha trabajado con su técnica de revelado de fotografía por medio de café. No es tanto artista como químico, más bien un alquímico, o todo de una vez. “¿Dónde estudió usted, qué títulos y diplomas tiene? – “Aprendí con la práctica y con libros, no estaba sentado en ninguna aula para estudiar. Si una persona está interesada en algo y quiere lograr algo, durante el proceso de trabajo puede hacer descubrimientos originales”. Saúl es un hombre áspero, un recoleto solitario, no está acostumbrado a hablar mucho ni pronunciar palabras sin sentido. No le gusta ni habla sobre si mismo. Por eso Sonia Santamaría, su vieja amiga, se tomó la libertad de hablar un poco de su vida. “Saúl es autodidacta, una persona perseverante. Lee mucho, trabaja mucho, también viaja mucho por el país y fuera de éste. En su vida tuvo momentos difíciles cuando estaba sin un cinco pero también tuvo días de abundancia. Nunca ha tenido un empleo permanente ni sueldo. Tampoco tiene familia; aunque en su vida ha tenido muchas mujeres, ahora se quedó solo. Es que tiene un carácter demasiado insociable e independiente. Su apoyo y sostén de toda la vida eran sus padres, personas bien acomodadas, grandes terratenientes. Aquí están, ya viejitos, siempre juntos, y llegaron a la inauguración del museo de su hijo predilecto”.
Saúl Bolaños con los miembros de la asociación cultural de Paraíso, Cartago
El invento principal de Bolaños es una emulsión fotosensible a la que él llamó con un nombre altisonante “Lucenta”. Esta composición química es capaz de ligar cualquier tinta de origen natural: el jugo rojo de las frutas, la infusión marrón de café, cacao ó té, el pigmento verde de las hierbas. Pero Saúl utiliza precisamente el café. Por causa ya conocida, el significado muy especial que tiene el café para Costa Rica. Tiene los tonos marrones y también rojos, hechos con las frutas maduras del grano de oro.
Para lograr una imagen nítida y fuerte, antes que nada coloca un trozo de papel fotosensible en contacto con un negativo digital previamente impreso en una lámina de acetato. Con esto, no es necesario tener un cuarto oscuro ni usar una lámpara roja. Con la exposición a la luz (de un simple bombillo de 100 vatios), la emulsión cambia su composición química. Y cuando él sumerge la lámina de papel en un recipiente con café negro, la imagen comienza a revelarse. A los dos o tres minutos ya el dibujo está listo. Para fijar la imagen, hay que sumergirlo en agua. Según su técnica, se puede aplicar no solamente en papel, sino también en tela, vidrio, metal y en cualquier otro material. ¡Nada de sustancias químicas nocivas, nada de vapores venenosos, ni contaminación del medio ambiente! El revelador que sobró, se puede beber después del trabajo. ¡Y las fotos resultan excelentes! Según las aseveraciones de Bolaños, las imágenes no se gastan ni tampoco se destiñen y pueden durar igual de nítidas hasta 200 años. Cómo se hacen las fotografías “comestibles”, esta vez no nos explicó, pero uno puede comprender que para este caso, la composición química de la emulsión tiene que ser diferente.
Bolaños ha patentado sus descubrimientos, pero no los tiene en secreto. En su nuevo museo promete dar clases y talleres de revelado en café y enseñar a la gente todo lo que sabe. Los que desean pueden llamarle por teléfono (506)2574-3698 y sacar cita previa. La entrada al museo para ver la exposición vale ₵ 2 000. La dirección exacta del museo es: Paraíso de Cartago, 700 metros al sur de la sede de la Universidad de Costa Rica, sobre la carretera a Orosi. Vea más detalles, fotos y el video en los sitios: cafegrafia.com; http://www.nacion.com/2011-05-15/AldeaGlobal/NotaPrincipal/AldeaGlobal2750622.aspx
Para los contactos: cafegrafia@hotmail.com
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