Газета русской общины в Коста-Рике - Periódico de la comunidad rusa en Costa Rica

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среда, 26 октября 2011 г.

GAZETA # 35. JuLio 2011. Artículo 3. Una marroquí costarricense con el alma rusa


Sophía Yassine es egresada de la Universidad Estatal de Bielorrusia como periodista.  Igual que todos los egresados, Sophía guarda agradables memorias de los años que vivió en la Unión Soviética y dice que los estudios en Minsk la formaron como persona.

Sophía no es costarricense, tampoco es compatriota nuestra, aunque asegura que su alma pertenece a la cultura rusa.  Por su nacionalidad es marroquí y llegó a Costa Rica con su esposo costarricense.  Aquí logró éxitos muy grandes: trabajó en la revista “PERFIL”, produjo y dirigió un programa para niños en la televisión, fue editora de la revista “SU CASA” y después editora de la revista “HABITAR”. También organizó varios grandes proyectos sociales.  No satisfecha con ello, Sophía obtuvo una segunda profesión en mercadeo, montó su propia empresa y comenzó a trabajar en consultoría.  “Donde fuera que trabaje, siempre trato de hacer algo significante, dejar huella” – dice Sophía.


A Sophía Yassine le encanta reunirse con nuestros compatriotas, habla perfectamente el ruso, y en recuerdo de los años que pasó en la URSS, hizo en su casa un rincón ruso con “matrioshkas” y un “samovar”.  Además tiene dos rincones más: de Marruecos y de México (su actual pareja es de ahí).  Lo único que no tiene es un rincón costarricense… pero sí tiene un armario lleno de sus propios artículos publicados en diferentes revistas de Costa Rica.

-  Sophía, ¿cómo logró ir a estudiar en la URSS, ya que las mujeres musulmanas pocas veces se van lejos de la casa?
-  Es cierto, me costó mucho escaparme, toda mi familia estaba en contra de que estudiase fuera del país y mucho menos en la URSS, pero mi padre – un periodista de criterios vanguardistas y simpatizante del sistema socialista – insistió en que me fuese, y le estoy agradecida por eso toda mi vida.  No tenía  ni 18 años, era toda una niña cuando me fui.

-  ¿Seguramente le fue difícil adaptarse a otra cultura, otra comida, el clima frío?
-  Nada de eso, en Minsk me sentía de maravilla, vivía en un ambiente internacional de jóvenes, comíamos la misma comida y hablábamos el mismo idioma, el ruso.  Por mi carrera, tenía que leer mucho y escribir, por eso llegué a dominar la lengua rusa bastante bien.  Siempre fui una excelente estudiante y el idioma no me costó en absoluto.


-  Sí, usted habla perfectamente el ruso, casi sin acento.  ¿Y cómo terminó en Costa Rica?
-  Como todos, con mi cónyuge costarricense.  Nos conocimos por pura casualidad: llegué a una clase de economía, casi todos los asientos estaban ocupados, y me senté en la única silla desocupada, a la par de Manrique… “¿De dónde es usted?” – “De Costa Rica” – “¿Dónde queda eso?”  Tenía mucha curiosidad por conocer más de su país.  Así nos hicimos amigos y después novios.  Cuando uno es joven todo ocurre naturalmente y muy rápido.  Pero tuvimos que vencer obstáculos imprevistos: unos estudiantes de otros países árabes (no eran de Marruecos ya que en nuestro país la sociedad es bastante más progresista) comenzaron a abochornarme por mi relación con un “infiel”, tratando de persuadirme para que dejara a Manrique, y después hasta empezaron a amenazarme.  Llegaron a tal extremo que no nos dejaban en paz a mí, ni a mi novio.  El rector de la facultad tuvo que intervenir para calmarlos.  Pero no lograron que vacilase. Toda la vida he sido independiente y muy rebelde, y sencillamente los “mandé al carajo”!  Pasaron tres años y Manrique me pidió ser su esposa.  Pero yo quería hacer todo “bien hecho”, así que lo llevé a Marruecos para que conociese a mis padres.  Les pidió mi mano oficialmente.  Pero hasta ahí.  Mis familiares se opusieron categóricamente contra nuestro matrimonio.   Así que nos regresamos  sin nada.  Por esta razón tuvimos que casarnos por lo civil, en la oficina de ZAGS soviética, y nuestra boda fue estudiantil e internacional.  Nadie de mi familia se presentó.  No me apesadumbré por mucho tiempo.  Vivíamos muy felices, pronto nació nuestro hijo Karim.  Era un niño “ruso” de verdad, hasta lo bauticé en la iglesia ortodoxa, y su madrina era una mujer rusa.  Lástima ya que a la edad de dos años me lo traje a Costa Rica, y se le olvidó hablar ruso.  Pero nosotros, en casa seguíamos hablando en ruso como costumbre.

-  ¿En qué año estudió en la URSS?
-  Me tocó estudiar en los años más interesantes de  la “perestroika”, desde el año 1983 hasta 1990.   Frente mis ojos pasaban “en trastrueques” los gobernantes: Chernenko, Andrópov, Gorbachov…  Nos fuimos unos cuantos días antes de que cayera el muro de Berlín.  Como toda la gente soviética, al principio me emocioné con los cambios, las reformas, la política de transparencia, la reestructuración.  Pero después, cuando todo comenzó a desmoronarse y en el país empezó una fuerte crisis político-social y económica, entendí que Gorbachov estaba equivocado.  Y hasta ahora estoy tratando de analizar cuáles fueron sus errores, me gustaría regresar a Minsk para ver con mis propios ojos en que paró ahora la sociedad de Bielorrusia.

-  Y ahora, cuéntenos, por favor, sobre su vida en Costa Rica.
-  Me costó acostumbrarme a vivir aquí, ya que la cultura costarricense es muy diferente de la marroquí.   Hasta ahora considero que el estilo de vida ruso es algo semejante al nuestro: la hospitalidad, el afán de agasajar al visitante con lo mejor que haya en la casa, de expresar su cariño por medio de la comida.  Los ticos, en este sentido, son muy diferentes.
Mi esposo, al regresar a su patria, rápidamente encontró empleo en el canal 4 de la televisión, donde llegó a ser el jefe en el telenoticiero.  Y yo encontré trabajo en la revista “PERFIL”.  Pero al principio tenía problema con el idioma: escribía mis artículos en francés y después los traducía al español.  Por supuesto, esto no estaba bien.  Tuve que ponerme a estudiar el idioma en serio, y al año ya comencé a pensar y escribir en español.  Trabajaba mucho, escribía artículos para diferentes revistas.  Pero siempre tuve un sueño: hacer un programa infantil en la televisión, tipo “Buenas noches, pequeñines” (un programa tradicional ruso), dirigido a los niños que a menudo se duermen  en el sillón de la sala y nadie les cuenta cuentos antes de dormir.  Es más, en Minsk me especialicé en programas de televisión para niños y jóvenes.  Hice el proyecto, reuní un grupo de gente interesada y comencé a tocar puertas de diferentes canales de televisión.  Pero en este momento, nacieron mis gemelos y tuve que interrumpir todo el trabajo por un tiempo.  Pero soy mujer muy persistente, y apenas pude, de nuevo seguí con lo mío.  Tuve suerte que en aquel entonces, el director del canal 13 SINART (Sistema Nacional de Radio y Televisión Cultural) era el Lic. Guido Sáenz, un hombre de muy alto nivel cultural, gran personaje social y estadista.  Accedió a mis deseos y así en el año 1996 nació el programa infantil “Buenas noches, Tita” que se transmitía cada noche.  La animadora fue una actriz de renombre Marlen Martínez y la titiritera, Olga Luján, egresada de la Universidad de Praga.  Era un programa educativo con contenido muy interesante: protección del medio ambiente, derechos de niños y otros temas importantes.  Tenía muy buen éxito y mucha gente lo recuerda hasta ahora.  Pero a los tres años, cambió la administración en el canal, y nuestro programa,  por ser “no rentable” desapareció de la pantalla.


-  ¿Y a qué se dedicó entonces?
-  De repente todo me aburrió y quise hacer cambios en mi vida.  Además, las relaciones con mi marido comenzaron a empeorar.  Al venir a su patria cambió mucho, se dio mucha importancia, y las diferencias culturales entre nosotros se hicieron más evidentes;  no respetaba mi cultura árabe milenaria, ni la fe musulmana a la que soy fiel.  Por eso me puse a estudiar de nuevo, decidí estudiar mercadeo y me matriculé en la maestría por correspondencia de la universidad francesa “Ecole de Management” de Grenoble,  graduándome en el año 2002.  Pronto mi matrimonio con Manrique se terminó y me quedé con tres hijos varones.  Muchas veces tenía ganas de llevarlos a Minsk, para que viesen los  lugares donde estudió su madre, ó a Marruecos, para que conociesen mi tierra natal, pero hasta ahora nunca lo pude.  Cuando mi hijo mayor se graduó de bachillerato, pudo irse a Francia.  Siempre tuvo muy buena capacidad para las matemáticas, desde niño ganaba premios en diferentes olimpiadas, y ahora está estudiando nano-tecnologías.  

Y en aquel entonces, comencé a trabajar en el campo del comercio para ganar el sustento de la familia.  Sin embargo de una manera u otra, mi trabajo tuvo relación con la literatura.  Primero conseguí empleo en la Editorial Costa Rica, después logré obtener el puesto de directora comercial en la editorial Pearson Education, y también trabajé en la Librería Universal.  Allá reestructuré toda la sección de libros y les organicé el teatro infantil.  Así es mi carácter: dondequiera que trabaje, siempre trato de hacer algo nuevo, dejar mi huella.  Después de eso regresé de nuevo a la revista PERFIL,  pero esta vez en el puesto de directora.  A los dos meses, me ofrecieron encabezar la revista “SU CASA” que también pertenece al GRUPO NACIÓN.  Quise aprender algo nuevo, y me sumergí en el tema de la arquitectura, en lo que trabajé los años posteriores.  Allá hicimos varios grandes proyectos donde el más interesante fue “Vida urbana”, en  el 2006: en una vieja y bonita mansión en el centro de San José reunimos a 50 arquitectos de Costa Rica y otros países, y ellos montaron 50 diferentes habitaciones – cada uno con un  estilo totalmente diferente, pero todos correspondían a la misma temática: vida en una ciudad.  Esta exposición estuvo abierta durante un mes, y hasta SNN hizo un programa sobre ésta.

Pero para el año 2008 se me acumuló el cansancio, además los hijos requerían mi atención;  decidí renunciar la revista y montar mi propia empresa.  Poco después  “EXITUM CONSULTORES” fue  creada, dando  consultarías en las áreas de comunicación y mercadeo, estudios de mercado, estrategias, elaboración de diagnósticos socio-ambientales, comercialización y promoción de proyectos especiales,  desarrollo de nuevas marcas y otras.  Al mismo tiempo trabajo en la revista “HABITAR” del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA), como editora y periodista.  Los últimos años colaboraba como regente social de uno de los grandes proyectos de este colegio, con participación de Alemania, el  Proyecto Eólico Guanacaste” (PEG) (desarrollo de la energía del viento). Hemos viajado a diferentes áreas de Guanacaste donde organizamos ferias científicas en todas las escuelas así como recolección de material para reciclaje.  Además, el CFIA ayudó a los pobladores a reparar puentes y carreteras.  Fue un proyecto muy grande, el grupo JUWI montó allá 55 grandes turbinas de viento que elaboran 240 millones de kWh de electricidad al año.  Formalmente, el proyecto terminó el año pasado, pero hasta ahora a veces visito Guanacaste y ayudo a las escuelas locales.  Me encanta este tipo de actividad, trabajo no sólo por dinero, sino para “el bien de la sociedad”, así me educaron en la Unión Soviética y así sigo siendo para siempre.  Para mí, lo más importante es el lado humano de cualquier trabajo.  Y el último proyecto en que participé, bajo la égida del mismo CFIA, fue la organización de la maratón deportiva por la ciudad de 10 kilómetros llamada “CARRERA RETO 2011”, donde ayudé a buscar patrocinadores.  El proyecto tuvo un gran éxito, y casi toda la ganancia, a sugerencia mía, fue donada por el CFIA a la Clínica de Cuidados Paliativos.

Además de todo eso, desde hace dos años publico mi propia revista en Internet “LIFESTYLE” donde escribo artículos variados con temas culturales, novedades, viajes a destinos exóticos, ecoturismo y  tendencias del mercado entre otros. Mi revista tiene un formato atractivo, amigable y fácil de navegar con la mejor gráfica y fotografía. Lo pueden leer en el sitio http://www.revistalifestyle.com.

-  Sí, ¡vemos que su vida está repleta de actividades! ¿Y cuáles son sus planes para el futuro?
-  Es verdad, todo el tiempo estoy muy ocupada, pero al mismo tiempo sigo soñando en la televisión, ya que es mi profesión principal.  Armando García, productor del programa “HÁBITAT SOLUCIONES” quiere invitarme a hacer un segmento de su programa y llamarlo más o menos así “Hágalo usted mismo en su casa” – o sea, consejos útiles de cómo diseñar el interior de su morada, en versión tropicalizada.  También tengo muchas ganas de ir a Bielorrusia, para hacer una película documental sobre el modo de vivir de la gente que antes yo había conocido y sobre como les afectaron los cambios político-sociales de los últimos años.  Además, tengo un sueño: escribir una novela.  Ya he adelantado algo, pero para este trabajo necesito tranquilidad absoluta y mucho tiempo disponible.  Cuando al fin me libere de todas las obligaciones, me iré a mi natal Casablanca con mis padres, para cuidarlos en su vejez, sentarme en la terraza frente al Mar Mediterráneo y escribir poesía…  Hace tiempo, a la edad de 15 años, gané un premio en un concurso literario.  Y también entonces, escribiré mi novela sobre el destino de una joven que se fue lejos de su casa y se casó al otro lado del mundo…  En el libro estará otra joven, que se quedó en casa y se casó con un muchacho que vivía en la calle de al lado…  Y después de haber vivido su vida, estas mujeres (ya mayores) se encuentran y comparan: cuál de las dos vivía mejor, que fue lo más interesante o cuál estuvo más feliz…  Será una historia medio-autobiográfica medio-fantástica, y por así decirlo mejor, con  reflexiones de mi propia vida, en el caso de que, por supuesto, si algún día la escriba.

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