El padre Dimitri, un
hombre moderno y bien educado, se vino a Costa Rica con su esposa e hijo. Por su formación, es ingeniero mecánico,
aunque también trabajó como diseñador en publicidad y poligrafía y además participaba como cantante en un grupo de
música rock. Pero después su vida cambió
por completo porque decidió consagrarse a Dios y transformarse en sacerdote. Al venirse a Costa Rica el mes pasado y con la bendición del Patriarca de Moscú y de
Toda Rusia Kirill, comenzó con mucha energía a predicar la Palabra de Dios
entre nuestra comunidad rusa así como también para todos los creyentes
costarricenses y de otras nacionalidades.
En su práctica, trata de seguir el mensaje del Apóstol Pablo quien
llamaba a todos los servidores de la Iglesia para ser, a manera de Cristo, un
ejemplo en su vida, palabras, amor, espíritu, fe y pureza. Asegura que la Iglesia Ortodoxa Rusa no se
esfuerza por atraer tanta gente a sus templos por medio de proselitismo y
métodos populistas. Sin embargo, las
puertas de la Iglesia siempre están abiertas para cualquier persona que busque
el camino hacia Cristo, sin importar su nacionalidad, raza, posición social o
su antigua religión.
Para
trabajo permanente en la iglesia ortodoxa en Coronado, el mes pasado se vino a
Costa Rica un sacerdote ortodoxo, largamente esperado por nuestra
comunidad. Era muy necesario, además de
muy interesante, reunirnos con este hombre y contarles a nuestros lectores
sobre su persona.
- Padre Dimitri, ¿cómo se decidió a ser
sacerdote?
-
Aunque
soy ingeniero especialista en construcción de aparatos médicos, nunca trabajé
como tal. Desde el segundo año de
carrera, para tener algo de ingresos, empecé a laborar como diseñador de
publicidad y en poligrafía, y así me quedé en este oficio. Además de los estudios y el trabajo, me dedicaba a la música, tocaba varios instrumentos y cantaba
en un grupo juvenil de rock. Lo que
aprendí durante aquel tiempo me ayudó mucho más tarde, cuando llegué a ser
corista en la iglesia. Mi esposa Yulia y
yo, toda la vida nos estábamos acercando a la fe. Y llegamos a la Iglesia ya estando casados,
pronto después de graduarnos de la universidad.
Nuestra llegada a la Iglesia fue consciente y normal, pero cambió mucho
toda nuestra vida, los puntos de vista, los planes para el futuro. Sentí el deseo de consagrarme por completo al
servicio de Dios y a la gente en calidad de sacerdote de la Iglesia Ortodoxa
Rusa. En respuesta a mis reflexiones y
dudas (¿si soy digno?), un sacerdote con gran experiencia y confesor , el
Arcipreste Gennadi Feoktistov (ahora se transformó en Archimandrita Nikolai),
contestó con una frase conocida: “Es malo el soldado que no sueñe en
convertirse en un general” y me bendijo a ponerme en contacto con el Arcipreste
dirigente, con la solicitud de matricularme en el Colegio Seminario.
- ¿Y cómo reaccionó su esposa con todo
esto? Es que usted en este tiempo ya era
hombre de familia.
- Mi esposa y yo siempre confiamos totalmente
el uno al otro. Igual en este caso,
Yulia estaba de acuerdo con mi decisión, ella entendía bien qué gran
responsabilidad sería puesta sobre ella, como la esposa de un sacerdote, en
caso de mi consagración. Con la
bendición del Arcipreste, entré en el sector de la enseñanza por
correspondencia del Colegio Seminario de la ciudad de Samara, el que reanudó
sus actividades en 1997, luego de haberse clausurado en el año 1918. Después de haber ganado el tercer curso, fui
ordenado, por el Arzobispo de Samara y Syzran Sergi, con rango de diácono y después con el de sacerdote. Desde los tiempos iniciales del Cristianismo,
la iglesia oriental no aprobaba la costumbre occidental del celibato
(sacerdocio no casado) y sólo lo admite como excepción. Un sacerdote que tiene familia entiende mucho
mejor los problemas de la gente ya que la mayoría de los feligreses tienen
familias, hijos, y es muy difícil resolver estas cuestiones teóricamente. Mi hijo Alexander ahora tiene 8 años. Es un niño muy inteligente. Acoge la fe con mucha seriedad y trata de
conocer más cosas posibles.
- ¿Dónde trabajó usted como sacerdote antes de
venir acá?
- Mi primer lugar de servicio fue un pueblo
llamado Prosvet, situado cerca de Samara, ubicado a lo largo de la carretera y
también muy cerca a una refinería de petróleo.
Es un lugar como muchos, después de que se desintegró la Unión
Soviética. Antes era una granja estatal
millonaria, pero ahora no está viviendo sus mejores tiempos. La gente que vive allá tiene vida muy dura e
igual les cuesta llegar a Dios. Sin
embargo en seis años pude consolidar la parroquia y construir el templo que se
transformó en la casa paterna para muchos.
- ¿Cómo están ahora las cosas de la Iglesia en
general en Rusia?
- Al final de los años 80 y principio de los
90, comenzó la ascensión de la vida eclesiástica en Rusia, relacionada con la
adquisición de la libertad religiosa después de largos años de persecuciones
sangrientas y represiones en los tiempos del régimen soviético, cuando la
libertad religiosa existía sólo en el papel.
Pero en realidad, la cantidad de los que han sufrido por la fe con el
poder soviético, es imposible de calcular.
Se habla de decenas (o hasta centenas) de miles de servidores religiosos
y monjes y hasta un millón de laicos.
Era la persecución sin
precedentes en dos mil años de la historia del cristianismo. En los tiempos de Mikhail Gorbachov fue
otorgado el derecho de existir a todas las organizaciones religiosas, lo que
por supuesto fue muy bueno para la iglesia Ortodoxa, pero tuvo consecuencias
desagradables con una invasión de muchas sectas destructivas y
totalitarias. Desde inicios de los 90,
comenzó la recuperación de la Iglesia.
Se han reconstruido (y siguen siéndolo) muchos templos, monasterios y se abren nuevas parroquias. Hasta el presente, está en marcha el proceso
de devolución a la Iglesia de edificios y construcciones que le habían quitado
antes. El sistema de educación
espiritual ya está restablecido. La
Iglesia al fin pudo vivir a su plenitud sin sentir sobre sí la opresión del
poder estatal. En la actualidad, la
Iglesia Ortodoxa Rusa vive un periodo de gran crecimiento, sin embargo todavía
le faltan templos y sacerdotes: se dicen que en Moscú a un sacerdote le tocan
40 000 personas! Hay muchas iglesias
allá sólo en el centro histórico, pero en la periferia, casi no existen.
- ¿Cómo usted logró conseguir el empleo en
Costa-Rica?
- A lo largo de todos los años de existencia de
la parroquia en Costa Rica, la gente soñaba con tener un sacerdote
permanente. El Monseñor Metropolita
Hilarión, el Primer Jerarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa en Extranjero, y Padre
Daniel Mackenzie estaban buscando un sacerdote para la parroquia costarricense,
igual que los amigos del difunto Padre Rodión, sus ex compañeros en el Colegio
Seminario de Jordanville. El
nombramiento acá resultó completamente inesperado para mí. El Arcipreste Víctor Potapov, Decano de la
parroquia, se prestó para entregarme de parte de Alexander Korolev, nuestro
amigo en común de Canadá, la fotocopia del Ícono de Nuestra Vírgen Íverskaya de
Montreal, y en un encuentro en Moscú a los finales del año pasado, me ofreció
el servicio en la parroquia en Costa Rica.
“Esto
no me asusta –dije- pero no sé si existe la voluntad de Dios para ello”. Igual que antes, cuando quise entrar al
Colegio Seminario, preferí antes pedir el consejo de personas sabias y me fui a
Troitse-Sergijeva Lavra donde me
reuní con el Padre Nahúm, y aquel, a su vez, me aconsejó contactarme con el
Patriarca. Entonces el Primer Jerarca de
la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero Mitropolita Hilarión se dirigió al
Patriarca Kirill con la solicitud de enviarme para acá, a Costa Rica. Poco antes de las Pascuas, el Santísimo
Patriarca firmó el edicto de mi nombramiento.
Este acontecimiento coincidió exactamente con el quinto aniversario de
la unión de la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Ortodoxa Rusa en el
Extranjero. La Fundación Tutorial de la
Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero se encargó de cubrir los gastos del
traslado del sacerdote de Rusia al nuevo lugar de servicio y de su residencia
durante el primer año, y qué será más adelante, todavía no sabemos.
- ¿Cuáles son los propósitos
principales de su trabajo en Costa Rica?
- Primero que
nada tengo que orientarme porque hace sólo un mes que me vine por acá. Las condiciones aquí son totalmente
diferentes de lo que eran en Rusia. La
gente aquí no está acostumbrada a misas regulares y a tener un sacerdote
permanente. Los problemas inmediatos con
el edificio demandan soluciones: la iglesia no está terminada, no tiene cúpula,
o sea, está como que “sin cabeza”. En
adelante, nos espera adornar el templo con pinturas. Hay que salvar urgentemente las puertas de
madera porque por las influencias climáticas, sufrieron gran daño, y por lo
menos es necesario cubrirlas con laca impermeable para preservarlas del agua.
También estamos planeando ampliar un poco la casita ya que la han
construido calculando para una sola persona.
Y después queremos hacer un anexo para la escuela dominical. Gracias a Dios, Artur Mitinian nos ayuda
mucho, pero también estamos buscando más gente porque hay demasiado trabajo. El
templo es la cara de la comunidad rusa, así siempre ha sido y siempre lo será así en cualquier país del mundo. Puede llegar a ser el centro cultural para
gente que quiere conservar su idioma y su cultura. El lote de la iglesia es grande y permite en
el futuro desarrollar el proyecto. Pero
lo más importante no son los edificios, ni tampoco el templo….es la persona que
ha encontrado a Cristo, la que no solamente cree que Jesús Cristo vivía en su
tiempo como personaje histórico, sino que
cree en Él como el Rey y Dios, esta persona cambia los valores de su
vida, los comprueba con los mandamientos de amor hacia Dios y hacia el prójimo. Ya ve muchas cosas con nuevos ojos, cosas que
en nuestro tiempo ya se consideran casi normales. Por eso el propósito principal de la Iglesia
en el mundo es ayudar al hombre a hallar a Cristo, no dejar que se pierda y
perezca en el mar de la vida.
- ¿Y como atrae usted la gente a
su templo?
- Sabe que el
templo ortodoxo en sí, ya es un sermón, en cierta medida. Su arquitectura, las pinturas, el mismo orden
del oficio divino, todo eso está destinado a sembrar en uno al ingresar, el
sentimiento de veneración, la disposición para el rezo. Sucede que una persona que no es indiferente
a la fe, comienza a buscar la iglesia precisa, la eterna e intacta, la que no
pudo visualizar en su confesión. Así,
mucha gente llega a la Ortodoxia.
Entre nuestros feligreses también hay costarricenses
y gente de otras nacionalidades. Cada uno
halló en Ortodoxia algo valioso para sí mismo e importante para su fe.
- ¿Qué puede decir sobre sus
relaciones con la Iglesia Católica?
-
Personalmente, no estoy autorizado para entablar contactos oficiales con
otras iglesias cristianas. Pero en teoría,
la cooperación con otras confesiones cristianas sería admisible en la esfera
social, en obras de caridad.
- ¿Y sus relaciones con la
embajada?
- Poco
después de nuestra llegada, a mi esposa, a mi hijo, a la Madre Elena Kharina y
a mí, nos invitaron a la embajada donde tuvimos una conversación muy amistosa
con el embajador de la Federación Rusa Vladímir Tíkhonovich Kuraev y otros
funcionarios. Hablamos sobre los planes
y la colaboración. Espero que nuestras
relaciones con la embajada, al igual que con otras organizaciones sociales de
compatriotas, se desarrollen con éxito, y con la ayuda de la Gazeta Rusa. Mi esposa es periodista y se propone escribir
mensualmente para nuestros compatriotas.
- Creo que son muy buenas
intenciones, a nuestro periódico últimamente le faltan precisamente estos
materiales para dar información completa sobre nuestra vida social. Muchas gracias por su entrevista y ¡le
deseamos grandes éxitos en su trabajo tan importante!
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