Alexander es oriundo de Moscú y decidió
trasladarse a Costa Rica, el país más feliz del mundo. Para hacer algo, abrió su propio
negocio. Pero, a diferencia de muchos
otros empresarios, no quiso construir un hotel ni un taller.
En vez de eso, puso unos juegos infantiles en un centro comercial cerca
de la ciudad de Liberia, ¡y son tan interesantes, bonitos y modernos que no hay
como esos ni en San José! Los niños
están felices al jugar en carruseles y carritos y Alexander es todavía más
feliz al verlos.
Alexander es un joven que se decidió
a cambiar su lugar de residencia. Los
jóvenes son prestos a viajar, y Costa Rica no le pareció un país demasiado
lejano, así que se vino con toda la familia cruzando el océano y se instaló en
las Playas del Coco.
- Alexander, ¿cómo comenzó su aventura?
- Un día mi
familia y yo decidimos tomar un descanso de Moscú, porque nos agobiaron demasiado
muchos problemas sociales. Aunque tenía
allá una empresa financiera y ganaba buen dinero… Soy abogado, pero trabajé
poco en esa profesión porque me decepcioné con todo el sistema ruso. En este tiempo, una amiga de mi suegro nos
ofreció vender una propiedad en Costa Rica, en las Playas del Coco. Me puse a leer y supe muchas cosas buenas
sobre este país, el más feliz del mundo, así que mi esposa, nuestra hija y yo
nos vinimos a América. Vivimos aquí
medio año, pero al principio no pudimos acomodarnos debido a muchas diferencias
culturales y sociales por lo que nos regresamos. Pero después recordábamos a menudo a Costa
Rica y al fin hemos regresado, esta vez para largo rato. La familia aumentó, nació nuestro hijo. Hemos puesto una empresa propia.
- ¿Y hace cuánto viven aquí? Se han acostumbrado a las particularidades
culturales del país?
- Ya van dos
años, ¡en Costa Rica hasta ahora nos gusta todo, estamos maravillados del país
y su pueblo! Queremos mucho a los ticos
por su cordialidad, amigabilidad y tranquilidad. Nos gusta mucho su actitud hacia la vida y su
cercanía a la naturaleza. ¡Al vivir
aquí, también nos sentimos las personas más felices del mundo! Es verdad que mi esposa Asel (es mitad rusa,
mitad kazaja), tiene mucho miedo a las arañas, serpientes y alacranes y éstos,
por mala suerte, todo el tiempo le salen, a veces cerca de la casa, a veces
dentro. Pero vivimos cerca de la
naturaleza salvaje, el mar y el bosque están a la par, así que uno tiene que
aguantar esos fenómenos naturales, ser precavido, antes de pones los zapatos
sacudirlos, y ver bajo sus pies cuando camine.
Asel no se disgusta, no me pide llevarla de regreso con su mamá, ella es
una mujer realizada como esposa, madre de dos hijos y propietaria del negocio,
igual que yo. Se siente en Costa Rica
como en su casa. Por supuesto, nos hace
falta nuestra familia. Hasta ahora, nos han
visitado solo los padres de Asel, les gustó mucho Costa Rica y están soñando
trasladarse con nosotros algún día.
Están muy felices por nosotros y por nuestros hijos, sus nietos, que
viven cerca del océano y respiran el aire tropical. Asel tiene una hermana mayor, está casada y
vive en Moscú. También queremos invitar a
mis familiares; mi familia es grande: mis padres, dos hermanos mayores y una hermanita
que tiene 13 años, quien está esperando con impaciencia la oportunidad de
visitarnos y correr descalza por nuestras calientes arenas de la playa. En general, repito, nuestra opinión sobre el
país es muy positiva. Y creo que si a
alguien no le gusta el país, ni sus costumbres, ni la gente, entonces, ¿para
qué vivir aquí? Pero lamentablemente,
hay bastantes compatriotas nuestros que todo el tiempo hablan mal y critican,
sin embargo no se van… Nos hacen perder el buen humor.
- Alexander, ¿y cómo le llegó la idea de poner
un negocio tan poco usual, una sala de juegos infantiles?
- Nos llegó por
nuestra hija, Liza, ya de cinco años y no hay donde jugar. Está acostumbrada a jugar con carruseles,
carritos, pero en Costa Rica, a pesar de que aquí aman mucho a los niños, no
hay nada de plazas de juegos, especialmente en Guanacaste, donde vivimos. A kilómetro y medio de Liberia en ese momento se estaba
construyendo un gran centro comercial, una novedad a todo alrededor, y ahí
encontré un local. Al principio puse
hamacas, montañitas e inflables para saltar, tipo salas de juegos de
McDonald’s. Pero también quería usar
juegos más técnicos, y entonces alquilé otro local, cerca del primero, pero en
el segundo piso. Los carritos,
carruseles, un toro mecánico, hasta cine, todo es lo más nuevo y traído directo
de China. El diseño del letrero en la
entrada lo hizo mi esposa. El día de la
inauguración la gente estaba en shock, ¡la fila era de 50 metros!
Hubo presentaciones de músicos populares, payasos y también al teatro ruso de títeres “Art
Balagán”. Ya pasó un año y el negocio
funciona más que exitosamente. Los fines
de semana la sala está abierta desde las 10 de la mañana hasta las 9 de la noche y entre semana, hasta las 8
p.m., y casi siempre está llena. Cada
sábado organizamos fiestas infantiles, concursos, juegos grupales, talleres ,les
damos regalos a los niños, les pintamos caras y uñas, celebramos fiestas
nacionales y también podemos organizar fiestas de adultos. Mientras los niños estén jugando, sus padres
pueden acomodarse en las mesitas, tomarse una taza de café o un refresco e
inclusive almorzar o cenar (les traemos comida desde las sodas contiguas) y también
pueden irse de compras porque nos
responsabilizamos de cuidar sus hijos.
Para llevar a cabo actividades especiales, invitamos a Henry, un actor
de Colombia. También a Evgueni, un
muchacho ruso que vive cerca, me ayuda en todo.
La cuota de entrada es muy moderada: media hora cuesta ₡ 2 000, una hora
- ₡ 3 000, dos horas - ₡ 4 000; una tanda del cine cuesta ₡ 2 000. El alquiler es alto, pero para mí, lo más
importante es que me siento contento en el trabajo, le regalamos felicidad a la
gente. Veo estas caritas alegres de los
niños y también me pongo feliz por ellos.
Aunque las relaciones con la administración del centro comercial a veces
son tensas, ya desde hace un mes nos prometieron conectar el aire acondicionado
y no lo han hecho, el ambiente aquí es terriblemente sofocante y caliente,
pero… son cosas de la vida, no me fijo en ello especialmente. Es más, la gente de aquí está acostumbrada al
clima caliente.
- Sí, su cine de “7 D” de verdad es una
experiencia cautivadora, ¡se tiene una completa impresión de que uno está
volando en la montaña rusa, y no sólo hay una imagen y sonido correspondiente,
además el asiento se sacude, por poco se cae uno, y desde arriba le pringa el
agua!
- Ustedes solo
han visto una película corta, pero las tengo toda una gran colección, cada día
vienen discos nuevos, y uno puede pedir el tema según la elección y el deseo
del cliente. Carreras de autos, fábulas
infantiles, vuelos espaciales, a veces le sale el humo a los espectadores, ¡a
veces hasta cae la nieve! La sala funciona
para grupos grandes, también pequeñas, y hasta para una sola persona, y el
precio no cambia.
- ¿Le da empleo también a los nacionales?
- Por supuesto,
pero solo a las muchachas, son más cuidadosas y bien organizadas. Ya me convencí de que los hombres de aquí son
irresponsables, uno tiene que revisar todo lo que hacen y después volver a
hacerlo. También la gente de aquí tiene
esa peculiaridad de que no quieren para nada pagar sus deudas, aún si esté
escrito en el contrato, tratan de evitarlo como sea hasta lo último. Pero tal vez no hay que generalizar, ya que
estamos en Guanacaste, y en la capital, dicen, las cosas son diferentes.
- ¿Y cómo está con el idioma español? ¿Los
hijos de seguro ya están hablando?
- No, nuestra
hija no quiso asistir al kínder de aquí, aunque la hemos intentado a meter en
una buena escuela privada, estaba llorando allá todo el tiempo porque no entendía
el idioma español. Ahora tampoco va a la
escuela todavía, pasa todo el tiempo libre conmigo, en la sala de juegos. ¡Y enseña a sus amigos a hablar ruso! El pequeño todavía no ha comenzado a hablar. Y yo en el trabajo por lo general me comunico
en ruso o inglés. No estoy estudiando
español, pero en el ambiente de cada día ya he aprendido muchas palabras y
expresiones.
- ¿Y cómo les piensan dar educación a sus
hijos?
- Por el momento tenemos diferentes
planes. A veces quiero trasladarme a San
José, las escuelas allá son mejores. Me
gustaría mucho poner otra sala de juegos en algún centro comercial de la
capital. Pero hasta ahora no veo ningún
local cómodo. Por alguna razón, aquí
solo construyen locales para las tiendas y olvidan a los niños. Aunque una sala de juegos favorece el negocio
y hace que las ventas aumenten, por ejemplo, en nuestra “Centro Plaza”
crecieron en unos 30%. Pero más a menudo
pensamos en algún tiempo regresar a Moscú, especialmente cuando los niños vayan
a los grados superiores, ya que nuestra educación rusa es mucho mejor que la
costarricense. Pero, si uno recuerda sus
años de escuela, llega a la conclusión: la escuela rusa tiene demasiada
memorización. Es posible que vayamos a
vivir a los Estados Unidos o Canadá. La
educación norteamericana me gusta, ellos enseñan a pensar a los niños,
criticar, buscar la información por sus propios medios, también les dan a los
estudiantes especialización temprana. Mi
familia y yo tratamos de no atarnos para siempre a un solo lugar. En el siglo pasado, la gente se iba sin
regreso, perdían todo y en el nuevo lugar tenían que comenzar desde cero. Nuestra situación es muy diferente, por eso
todos los caminos están abiertos para nosotros.
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