El periódico “Argumenty y Facty” nombró cuatro héroes del año pasado. No tienen títulos altisonantes ni tampoco premios, pero gracias a ellos decenas de personas quedaron vivos, lograron obtener buena salud y felicidad.
Sergey Sótnikov administra una pista de aterrizaje de helicópteros en la lejana población Izhma en Siberia. En solitario mantiene su pequeño aeródromo en completo orden: limpia la nieve y corta las plantas que crecen en las uniones de tablones. El helicóptero que llega tres veces por semana sólo ocupa un espacio de 20 por 20 metros. Pero Sótnikov cuida con esmero todos los 1 340 metros de la pista de aterrizaje “por si acaso”. Y este caso se presentó: el 7 de setiembre el avión TU-154 que hacía el servicio de Polarny a Moscú, tuvo una emergencia: su sistema eléctrico se averió y todos los instrumentos dejaron de funcionar. Los pilotos tomaron la decisión aterrizar de urgencia. Cuando el avión salió de las nubes bajas, lo único que vieron era la taiga infinita. Pero de repente divisaron abajo una pequeña pista! La aeronave felizmente aterrizó, siguió unos 200 metros más por el bosque, pero nadie de los 72 pasajeros y 9 miembros de tripulación sufrió daño alguno. Sergey no se considera héroe: “Ya que me pusieron a hacer este trabajo, hay que hacerlo bien”.
Pequeña Marina nació en la ciudad siberiana de Irkutsk 3 meses antes del término y pesaba apenas 530 gramos. Diez médicos especializados en cuidados perinatales luchaban por esta vida diminuta con todas sus fuerzas, y cuando la bebé cumplió un mes le hicieron una cirugía en los vasos del corazón. Después de eso comenzó a mamar el pecho de mamá! Después de haber estado cuatro meses en el hospital, la pequeña al fin fue dada de alta, creció 19 centímetros y aumento 1,5 kilogramos de peso. Ahora los doctores dicen que la niña tiene un desarrollo normal. Marina fue el bebé prematuro más pequeño que salvaron los doctores de Irkutsk. Y en total, Arina Apóstolova, Natalia Mikheeva, Svetlana Móleva y sus colegas salvaron en el año pasado 28 niños prematuros con peso menos de un kilogramo.
Svetlana Grigórieva es educadora y sordo-traductora, trabaja en la sucursal de Arkhángelsk de la Sociedad de sordos de Rusia. Desde niña Svetlana enfrentó el problema de comunicación con sordos: su madre era minusválida. Para poder hablar con su mamá, la niña de 7 años aprendió sola el lenguaje de gestos cuando encontró por casualidad los dibujos entre los papeles de su mamá. Por largos años en la Unión Soviética era prohibido enseñarle a los niños el lenguaje de gestos, ya que supuestamente obstaculizaba el aprendizaje del habla oral. Cuando se hizo adulta, Svetlana decidió ayudar a toda la gente sorda que no tenía un sistema ni tampoco material didáctico alguno y hizo un abecedario de colores para niños, en el cual todos los gestos demuestran niños y las fotos que la autora hizo por si misma. El abecedario ya se utiliza para enseñar niños en Omsk, Ekaterimburgo, Vladikavkaz, Rostov sobre Don y hasta en América.
A German Alexéevich Kolupaev, un antiguo combatiente de la Gran Guerra Patria, que participó en batallas en Ucrania y que después hizo servicio por 40 años en el Organismo de la Seguridad Interior, se le otorgó un apartamento para el 65° aniversario de la Victoria. Pero decidió que el apartamento de su bisnieto, donde vivía, para él era más que suficiente, y regaló el bien ganado a un retirado teniente coronel de la milicia, Víctor Kuular. “Es que tiene las dos piernas amputadas más arriba de rodillas. Y su hijito es parapléjico – se bañaba y hizo un salto con tal mala suerte que se dañó la columna. Su esposa es la única que puede trabajar – contó German Alexéevich. – Viven muy lejos, y es difícil llevar el hijo a la ciudad para los tratamientos”. Los familiares al principio quedaron estupefactos. Pero el bisnieto después dijo: “Abuelo, hiciste bien!”
Комментариев нет:
Отправить комментарий