Hace poco el famoso artista ruso Yuri Lenshin, soplador de vidrio, visitó Costa Rica. Del 23 al 26 de febrero expuso sus obras en San José –en el Club Unión-y en las ciudades de Limón y Grecia. Muchos de nuestros compatriotas al igual que muchos costarricenses, tuvieron la oportunidad de visitar sus exposiciones y recibir s impresiones inolvidables no sólo por admirar sus finas obras afiligranadas, sino también por conocer el proceso del soplado de vidrio.
Yuri Lenshin es uno de los pocos artistas en el mundo que pueden trabajar frente al público y crear sus obras mientras se comunican con los espectadores.
Lenshin es un hombre extraordinario. Los que han podido conversar con él aún por solo cinco minutos sentían profunda simpatía con esta persona humilde, franca y jovial. “Soy un hombre completamente feliz” - dice Yuri. Y uno lo siente al ver su gran sonrisa, especialmente cuando él cuenta a los niños que es muy importante encontrar el trabajo que a uno le guste. Y entre más temprano lo encuentres, aún mejor, y al trabajar en la ocupación favorita, uno sin falta logra grandes éxitos en la vida.
Aunque por su primera formación Lenshin es educador, podemos agregar que también es un artista. No sólo artista en bellas artes, sino también un actor que actúa en el escenario haciendo un papel que no tiene guión escrito. Dar un concierto improvisado en plena calle es uno de los géneros artísticos más difíciles, y Lenshin lo domina a la perfección: habla y bromea, al mismo tiempo que da la lección e información, con todo esto manteniendo un alto estilo literario del habla.
La familia de Lenshin proviene de Kaliningrado, donde vive hasta ahora, pero trabaja por lo general en el balneario de Svetlogorsk donde maravilla con su arte a los turistas. Dedica una parte de su tiempo a viajes por diferentes países donde organiza exposiciones de sus obras. En el continente Americano ha visitado solamente Canadá, Cuba, y ahora también Costa Rica.
Cuando nos contó sobre los inicios de su arte, Yuri dijo que cuando era joven, le tocó vivir en Tayikistán. Allá, en una fábrica química donde trabajaba su padre, conoció el vidrio. Al principio fabricaba equipos para laboratorios químicos: balones, probetas, tubos encorvados y otros aparatos complejos. Como ejemplo usaba el famoso vidrio checo. Pero Lenshin no es un artesano cualquiera, es un hombre de Inspiración. Siempre le han gustado las tareas complejas y quería hacer algo que nadie hubiese hecho antes de él. Así poco a poco comenzó a crear imágenes artísticas: animales y aves, pegasos mágicos, barcos, percoladores y candelabros. No tenía instructores ni maestros. Aprendió su maestría con libros y más adelante, desarrolló sus ideas por su propia cuenta. Por eso sus creaciones son tan únicas.
Cuando Lenshin volvió a su natal Kaliningrado en los años 90s, se dedicó exclusivamente al trabajo artístico. Para lograr el tono dorado de sus obras, espolvorizaba un fino polvo de metal sobre el vidrio caliente. Y últimamente empezó a trabajar, aconsejado por su esposa, con el vidrio italiano de colores de marca “murana” del cual elabora adornos para mujeres: collares, pendientes, prendedores… Es una corriente nueva en su trabajo y está esperando su desarrollo y perfeccionamiento. Lenshin vende sus trabajos por precios no tan altos. Pero el maestro no sólo trabaja para vender. Entre sus obras hay algunas que son para él las más queridas y forman su colección casera.
Yuri Lenshin es artista emérito de la Federación Rusa, laureado con muchos premios estatales, y su nombre está inscrito en el “Libro de Records” de Guinness.
Una vez a Lenshin le ofrecieron un contrato en París, pero se negó: “¿Para qué voy a estudiar francés, maltratar mi lengua? Para una persona rusa, es muy difícil vivir en el extranjero. Kaliningrado es mi patria y no me iré de aquí a ningún lado”.
http://blogs.mail.ru/mail/o.puchkova/19C6CE5BA0C24012.html
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