Del 21 de mayo al 2 de junio en Moscú tuvo lugar el habitual festival “Moscú recibe amigos” organizado por la Fundación Internacional filantrópica de Vladimir Spivakov, el cual reúne jóvenes artistas, músicos y pintores. Desde el año 2004 en esta actividad han participado más de 14 000 niños talentosos de 60 países del mundo. La participación en esta fiesta representativa de alumnos del “Instituto Superior de Artes” de Alexander Sklutovsky ya se hizo tradicional. Este año lo fue una niña de 10 años llamada Cynthia Soto la que fue a Moscú.
Para poder entrar al festival de Spivakov, Cynthia tuvo que pasar por una selección preliminar muy severa donde sólo los mejores de los mejores pueden participar en este festival. Los conciertos de los participantes se realizaron en muchas salas de Moscú y también fuera de la capital. A Cynthia le tocó dar su recital el 29 de mayo en el Centro Nacional de Cultura Ucraniana en Moscú. Su programa comprendía obras tan complicadas como una suite de Ravel, un concierto del compositor costarricense Mario Alfagüell y el scherzo de Prokofiev.
A pesar de su edad, Cynthia es una artista con experiencia. Ella pasó de la gimnasia a la música y desde la edad de 4 años actuaba ante un numeroso público. Estaba muy bien preparada para el concierto y no tenía nada de nervios, y los que más miedo tenían eran sus padres. “Las presentaciones terminaron, todos los participantes salieron, pero nuestra hija desapareció. No podíamos comprender que se hizo -contó la madre de la joven pianista– Resultó que trabó amistad con un niño violinista de Ucrania. “Se enamoró de mi repentinamente!” – nos dijo nuestra hija. Los niños se entendieron tan bien sin saber el idioma que se pusieron a jugar videojuegos y se olvidaron que sus padres los estaban esperando.
Cynthia es una niña muy moderada, siempre alegre, nunca se pone triste y no muestra sus emociones. Ella expresa todos sus sentimientos a través de la música. Cuando murió su adorado abuelo, comenzaba a llorar cuando se ponía a tocar el piano, y cuanto más sufría más fuerte golpeaba las teclas… Cynthia quiere mucho a su profesor Alexander Sklutovsky. “Si mi tío muere, usted quisiera ser mi abuelito?” – le preguntó un día. Don Alexánder es un hombre maravilloso, se preocupa tanto por sus alumnos, más que por sus propios hijos. Siempre llama: Cómo les fue? Cómo llegaron? Cómo se acomodaron? Le estamos muy agradecidos por haber preparado tan bien a nuestra hija y llevarla a tan altísimo nivel internacional”.
En Moscú Cynthia y sus padres visitaron la Plaza Roja, el Kremlin, la Escuela Musical del Conservatorio donde se reunieron con su compañera de clase Daniela Navarro. Probaron la comida típica rusa en el restaurante “Mumu”, fueron al zoológico y al jardín botánico. “Nuestro paseo fue muy agradable, sin ningún problema, lo disfrutamos a lo grande –dijo el padre- más que nada nos gustó el metro de Moscú. Era difícil entendernos, por eso ahora decidimos todos ponernos a estudiar la lengua rusa preparándonos para el próximo viaje enfatizando en las expresiones más necesarias”. Cynthia tiene planes muy grandes: en noviembre de este año va a Litvania donde va a tocar con la orquestra sinfónica de Kaunas; dará tres conciertos de un género inusual: alternando la interpretación en el piano con danza y gimnasia.
Como cualquiera que practicaba y se preparaba para ser músico profesional, sabe que es un trabajo gigantesco y requiere muchísimo esfuerzo y perseverancia no sólo de su parte sino también de sus padres. Los padres de Cynthia son médicos. Su abuelo fue el famoso cirujano cardiólogo costarricense Dr. Longino Soto. Cynthia tiene de quien heredar tan excelentes cualidades de carácter, disciplina, perseverancia y amor al esfuerzo.
Комментариев нет:
Отправить комментарий