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четверг, 27 октября 2011 г.

GAZETA # 36. Agosto 2011. Artículo 5. 20° aniversario del golpe de agosto


En los años de la Unión Soviética había un chiste: “Se acabó el poder Soviético, y un “camarada”, ahora transformado en “señor”, entra en un restaurante,  ordena su cena y después dice: Tráigame el periódico “Pravda” por favor! … le contestan: Señor, el partido comunista está prohibido y el periódico “Pravda” ya no se publica. – Ya sé, ya sé, es que me agrada tanto escucharlo!”

Hace veinte años, aunque parece que fue ayer, estas palabras – que antes nos parecían todo un sacrilegio – se hicieron realidad.  El 23 de agosto del 1991 Yeltsin en presencia de Gorbachov, ante las miradas de millones tele-espectadores, firmó un edicto sobre la suspensión de las actividades del Partido Comunista de la Federación Rusa.  (Wikipedia)  Los ciudadanos de la URSS, que vivíamos entonces en Costa Rica, no conocíamos todo el detalle de los acontecimientos, pero de todo modo celebramos estos cambios radicales de todo corazón.

Ahora, después de haber pasado veinte años, necesitamos de nuevo consultar los documentos y tratar de comprender qué es lo que sucedió en aquel año.  De qué manera la Unión Soviética, la poderosa potencia mundial, de repente se desintegró en sus partes, el sistema socialista fue renegado, y Rusia nacida de nuevo, bajo la bandera tricolor de los reyes, comenzó una nueva etapa de su historia.

 A partir del año 1985, cuando Mikhail Gorbachov fue elegido gobernante de la URSS y comenzó a realizar su “perestroika” (reestructuración), sucedió una cadena de acontecimientos los cuales condujeron a que la Unión Soviética dejase de existir. Hasta ahora muchos compatriotas en Rusia no le pueden perdonar a Gorbachov todas las consecuencias de sus acciones y lo llaman “traidor”, “tonto”, “cobarde” y muchos otros términos ofensivos.  Para esta gente la misma idea de la gran potencia – la URSS - fue mucho más importante que todas las libertades ilusorias juntas: la libertad de expresión, de migración y de empresa privada.  La otra parte de los compatriotas, con los cuales están de acuerdo casi todas las personas progresistas del mundo, al contrario, consideran a Gorbachov un libertador.  Por algo en 1990 le otorgaron el Premio Nobel de la Paz.  La personalidad y la actividad de Gorbachov, cuestión compleja y controvertible, la abordaremos en ediciones posteriores de nuestro periódico.

 Y hoy, en estos días de agosto, estamos conmemorando el 20° aniversario del golpe: entre los días 19 y 22 de agosto del año 1991 un grupo de funcionarios de tendencia conservadora, de la dirección del Comité Central del PCUS, del gobierno de la URSS,  del ejército y la KGB, intentaron a separar a Gorbachov de su puesto de presidente de la URSS y apoderarse del poder central del país.  Declararon el estado de emergencia, destacaron tropas militares en Moscú, prohibieron muchos medios de comunicación, suprimieron algunos derechos constitucionales y libertades civiles.

El objetivo principal de los golpistas fue no permitir que se firmara el acuerdo nuevo de la unión, el que anulaba la URSS y creaba una confederación nueva – la Unión de Repúblicas Soviéticas Soberanas.  Después de varias reuniones preliminares y negociaciones, la firma de este acuerdo entre las Repúblicas Soviéticas Socialistas de Federación Rusa, de Bielorrusia, de Kazajstán y de Uzbequistán, estaba planeada para el 20 de agosto.  Se suponía que los restantes ocho repúblicas tenían que unirse al acuerdo en los meses posteriores.  En marzo anterior en muchas de las repúblicas de la URSS se llevó a cabo un referendo en el cual más del 76% de los ciudadanos que participaron, votaron “sí” a la “preservación de la URSS en forma de una federación renovada de repúblicas equitativas y soberanas”.  Los miembros del Comité Estatal del Estado de Emergencia (GKChP por sus siglas en ruso) estaban luchando por la preservación de la URSS en su forma original, y basaban sus acciones en los resultados de ese referendo.  Además estaban en contra, por supuesto, de las reformas que estaba realizando Gorbachov ya que veían – y con razón – que llevaban al fin del sistema socialista.

Para entender la distribución de fuerzas en este período tan complicado, hay que recordar que en aquel entonces, en la arena política apareció Boris Yeltsin.  El 29 de mayo del 1990 fue elegido Presidente del Soviet Supremo de la República Soviética Federativa Socialista de Rusia, y el 12 de junio del 1990 el Congreso de los Diputados Populares de la RSFSR aceptó la declaración de la soberanía nacional de Rusia, estableciendo la prioridad de las leyes de Rusia sobre las de la Unión.  El 12 de junio del 1991 Yeltsin también fue elegido Presidente de la RSFSR (ocupó un puesto que no existía antes, ya que él mismo lo creó).  Así, para el agosto del 1991 en la URSS resultaron dos gobernantes, y cada uno quería su parte del poder.

En aquellos días de agosto, el héroe de pleno valor y el defensor de la Patria, fue B. Yeltsin.  Cuando el grupo de golpistas, encerrado en el Kremlin, ordenó a las tropas del ejército entrar en Moscú, y bajo las ventanas de los alarmados moscovitas comenzaron a retumbar los tanques, Yeltsin llamó urgentemente a todos sus seguidores en el poder supremo, y esta coalición escribió y envió a todo el mundo por fax el manifiesto “Para los ciudadanos de Rusia”.  B. Yeltsin firmó el edicto “Sobre la acción ilegal del GKChP”.  El portavoz de los luchadores contra el golpe fue la radio “Eco de Moscú”.   Y Gorbachov, quien en ese tiempo estaba de vacaciones en Crimea, no pudo participar en los acontecimientos.  Los miembros del GKChP le enviaron una delegación y le exigieron entregar provisionalmente su poder al vicepresidente Guennady Yanaev.  Gorbachov no aceptó esta pretensión y fue aislado por la fuerza en la villa presidencial en Foros por tres días.

Los golpistas introdujeron a Moscú 4 mil militares y 362 tanques.  Las tropas entraron en la ciudad obedeciendo sus órdenes, pero ni los comandantes ni los soldados querían accionar sus armas… su corazón estaba del lado del nuevo gobierno.  El evento descollante y legendario fue el discurso de B. Yeltsin parado sobre un tanque frente el edificio del Soviet Supremo de la RSFSR (“La Casa Blanca”).  Censuró las acciones del GKChP como ilegales y calificó el acontecimiento como un golpe de Estado.  Ahí Yeltsin organizó el centro de resistencia.  Miles de personas se reunían en esos días en Moscú y Leningrado, y en Moscú hasta se levantaron barricadas.  Sobre el edificio del Soviet Supremo de la RSFSR por primera vez se alzó la bandera roja-azul-blanca de Rusia.  Después de que el 21 de agosto la sesión del Soviet Supremo aprobó la resolución condenatoria contra el GKChP, las tropas fueron obligadas a salir de la capital.  En los días del golpe sólo tres personas murieron en Moscú.  A los cuatro días la crisis política fue superada y muchos golpistas, con miedo al castigo, se quitaron la vida.  Para asegurar su victoria el 23 de agosto Yeltsin firmó el edicto de la suspensión de las actividades del Partido Comunista de la RSFSR, y el 6 de noviembre otro más sobre la suspensión de las actividades del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Después de que falló el golpe, la popularidad de Yeltsin entre el pueblo creció increíblemente, y su poder se reforzó mucho.  Cuando Gorbachov regresó de su villa a Moscú, comenzó definitivamente a perder las palancas del poder las que se traspasaban a Yeltsin.  El 24 de agosto del 1991 Gorbachov renunció como Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la URSS, y el 25 de diciembre del mismo año anunció la suspensión de su actividad en el puesto de Presidente de la URSS.  (Wikipedia)

Hace poco Gorbachov cumplió 80 años de edad.  Al recordar los acontecimientos de aquel año, en una entrevista para la radio “Svoboda” (Libertad) dijo: “… Tuve que tratar con gente traidora, ante todo,  Yeltsin… - ¿Yeltsin lo traicionó?  -  ¡Por supuesto!  Fue la peor traición!  Imagínese, habíamos hablado él y yo, tomamos decisiones, llegamos a muchos acuerdos, y después él se va y a mis espaldas hace totalmente otra cosa.  ¡Fue un jugador, un aventurista!  Un aventurista talentoso.  -  ¿Mucha gente lo traicionó?  -  Los golpistas.  Todos los que se unieron con ellos, por más que se justificaban… ¡Todos eran traidores!  -  ¿Pero por qué usted no usó la fuerza?  Fue su decisión o el ejército ya no le obedecía?  -  Mi posición fue - ¡sin sangre!  Desde el puro inicio fue mi credo.  Por todo lado me esforzaba el evitar usar el ejército porque entendía, eso siempre llegaría a terminar con la muerte de mucha gente”.   Radio “Svoboda”, 03.06.2011
 
 

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