Es difícil expresar en palabras lo que pertenece al ámbito de lo existencial… ¿Cómo reflejar fielmente una vida? La muerte es tan solo la ruptura de la membrana
que se-para esas dos vastas dimensiones
del universo, el ser interior y
el exterior.
Hoy me atrevo con ese criterio de la eternidad de
la vida, más que a lamentar una muerte, a celebrar tu vida, Natasha con estas
pocas líneas escritas desde el corazón en homenaje póstumo. Cómo una estrella
lejana permaneces, dándonos tu luz... krasivaya
malenkaya zvezda…
Natasha vino a Costa Rica con su esposo José
Blanco a quién conoció cuando era estudiante de economía en su natal Odessa. En
ese tiempo Natasha ya laboraba como profesora universitaria, había tenido
pues-tos de gran responsabilidad como auditora de supermercados y como graduada
de tres carreras, micro-economía, administración de negocios y tecnología de
alimentos. El ejercicio de estas profesiones le fue-ron vedadas en nuestro país
por las limitaciones conocidas de los sistemas de revalidación de títulos
aunado a los caprichos político-burocráticos. Durante algunos años Natasha y
Jose tuvieron un restauran-te de comida rusa e internacional en Barrio
Escalante, donde Natasha hizo gala de su exquisito refinamiento y gusto. Me uní como pareja de Natasha algunos años
después de que se divorciara de Jose y junto con él y su hijo y muchos amigos y
amigas de Natasha, me cuento entre los privilegiados que probamos su exquisita
cocina.
Cuando conocí a Natalia, era traductora, daba
clases de ruso, y mantenía una pequeña industria de pasteles de manzana. Su forma de ser un tanto marcada por la
dureza de las circunstancias de su vida y su formación en tiempos de gran rigor
y disciplina en su país natal, la hacían una persona muy franca y directa,
muy perspicaz y de gran agudeza
intelectual, firme en sus criterios y opiniones… Lamentan su fallecimiento
muchos amigos y amigas que supieron apreciar a la verdadera Natasha detrás de
la aparente dureza de carácter, ver y sentir su amistad, su ternura y amor.
Gracias Natasha por tu amor, tu amistad y lo que
vivimos juntos. Perdona mis faltas y mis
inconstancias: los versos que no te escribí, los besos que nunca nos dimos… las
flores que no alcancé a darte… Solo puedo recordar lo bueno entre nosotros,
solo puedo decirte que te amé, que fui feliz hasta en medio de la tempestad... Vuela alto y libre Natasha! Vuela a un lugar
adonde no hay ofensas, ni hay dolor, ni sufrimiento, ni preocupación, ni
angustia, ni tristeza.
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