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среда, 17 октября 2012 г.

GAZETA # 49. Septiembre 2012. Artículo 1. 200 AÑOS DE LA GUERRA CONTRA NAPOLEÓN




En Rusia, desde  1995, el 8 de septiembre se celebra como el Día de la Gloria Militar de Rusia – el Día de la Batalla de Borodinó, y este año se cumplen 200 años desde este acontecimiento memorable.

En la primera década del siglo 19, la Francia burguesa llevaba a cabo guerras injustas de conquista contra los estados vecinos y esclavizó así a  casi todos los países de Europa Occidental.  Sólo Inglaterra, debido a su posición geográfica, y España, donde ardía el fuego de la lucha nacional libertadora, se quedaron fuera de la esfera de su influencia.  Como no estaba satisfecha con lo logrado, Francia se esforzaba por apoderarse de nuevos mercados, nuevos fuentes de materia prima.

Rusia fue un serio obstáculo en el camino de realización de estos planes.  Al contar con la conquista de Rusia, se proponía usar sus recursos materiales y humanos para después realizar un golpe contra la colonia más rica de Inglaterra, la India, con lo que el dominio mundial de Francia sería garantizado.  El ejecutor de los planes conquistadores de la gran burguesía francesa resultó ser su protegido, el ambicioso imperador Napoleón I, el que soñaba con la gloria mundial y estaba seguro de que podía aplastar a Rusia.

El imperador atrajo de su parte a Prusia y Austria y ponía  sus esperanzas en Turquía y Suecia.  Pero en marzo del 1812 el gobierno sueco firmó un acuerdo de alianza con Rusia, al que pronto se unió Inglaterra.  En mayo fue firmado el acuerdo de paz entre Rusia y Turquía.

El 24 de junio del 1812 el ejército de Napoleón sin declarar la guerra penetró en los límites del Imperio Ruso.  Napoleón planeaba romper el flanco izquierdo de los rusos, apretarlos contra el Río Moscú y así eliminarlos.  Por su parte, el comandante en jefe del ejército ruso M.I. Kutuzov se esforzaba, con una defensa persistente, debilitar al ejército francés y parar su movimiento hacia Moscú.

El avance rápido del poderoso ejército francés obligó a los comandantes rusos a retroceder dentro del país.  Al haber dejado Smolensk, el ejército ruso retrocedió hacia Moscú y se instaló cerca del pueblo Borodinó, a 125 km de Moscú, en una posición elegida con anticipación donde Kutuzov decidió dar una batalla general;  posponerla ya era imposible porque el Emperador Alexander exigía parar el avance del Emperador Napoleón hacia Moscú.   Para estos tiempos, el ejército de Napoleón ya había sufrido grandes pérdidas y la diferencia en cantidad entre  los dos ejércitos disminuyó.

Para el inicio de la batalla, el ejército ruso contaba con 120 mil personas y 640 armas.  El ejército francés contaba con entre 130 y 135 mil personas y 587 armas y  eso tomando en cuenta que al irrumpir en el  país, tenía 600 mil personas y 1372 armas y el ejército ruso, 210 mil personas y 903 armas.

La batalla de Borodinó, la más grande de la Guerra Patria del año 1812, tuvo lugar el 7 de septiembre y resultó la más sangrienta del siglo 19.  Durante 12 horas las tropas rusas estaban rechazando los encarnizados ataques del enemigo.  A costa de enormes pérdidas, los franceses empujaron a las tropas rusas, pero no obtuvieron un éxito decisivo.  Pérdidas: de los rusos, 44 mil; de los franceses, 58 mil, o sea, un  40% del total.  Según la valoración de pérdidas totales, cada hora en el campo morían de 2500  a 8500 mil personas o,  en cada minuto, una compañía de soldados.  Algunas divisiones perdieron hasta  el  80% de su cuerpo.  Del lado de los franceses, se produjeron 60 mil disparos de cañón y casi 1,5 millones disparos de rifles.  Con razón, Napoleón llamó a la batalla de Borodinó su combate más grande, aunque sus resultados fueron bastante modestos para el famoso jefe militar acostumbrado a victorias.

“Este día será un monumento eterno de coraje y excelente valentía de los guerreros rusos donde toda la infantería, caballería y artillería peleaban encarnizadamente.  El deseo de cada uno era morir en el lugar y no ceder ante el enemigo” – esa fue la alta evaluación que dio M.I. Kutuzov a los guerreros rusos.  

“La batalla de los gigantes” llamó a este encuentro Napoleón.  Más tarde, cuando ya estaba en el exilio, el derrotado emperador francés admitió que de las 50 batallas que él dio, “en la batalla cerca de Moscú, más heroísmo fue manifestado y menos éxito alcanzado.  Los franceses demostraron que fueron dignos de obtener la victoria y los rusos ganaron el derecho de ser invencibles”.

La batalla terminó con un resultado indefinido para los dos lados.  Las tropas francesas no lograron obtener la victoria decisiva sobre el ejército ruso que fuese suficiente para el resto de la campaña.  En la noche del 7 al 8 de septiembre Kutuzov, que ya comprendía que el momento  de comenzar el contraataque todavía no había  llegado, dio la orden de retroceder.  Moscú fue entregada sin lucha.  Pero era claro que el ejército desangrado de Napoleón que se quedó atrapado en Moscú que ardía en  incendios, estaba condenado a una derrota inevitable, la que sucedió muy pronto mientras que el ejército ruso después de retroceder, conservaba su capacidad para combate.  

Napoleón no pudo conseguir en esta guerra la realización del sueño de aniquilar al ejército ruso y apoderarse de su territorio.  Contra él, desde el momento de su invasión bárbara y hasta su retirada sin gloria, no sólo peleaba un  ejército activo y destacamentos de guerrilla armada, sino también todo el pueblo ruso.  Los campesinos, los ciudadanos de pueblos y aldeas se unían y  organizaban grupos guerrilleros encabezados por representantes de todas las clases de la sociedad.  Entre ellos estaban tanto terratenientes como escribanos, sacerdotes y burgueses.   El héroe de la guerra del año 1812 P.I. Bagratión dijo que esta no era una guerra corriente, sino una guerra nacional.  Hasta el fin de diciembre los restos del ejército de Napoleón fueron expulsados con deshonra de Rusia, lo que sirvió de señal para una insurrección general contra la dominación francesa en el Occidente.

En Moscú, en los pilones del puente de Borodinó, se instalaron lápidas conmemorativas para celebrar la hazaña del pueblo y el ejército que derrotaron la invasión de Napoleón.  Allá están trazados los nombres de M.I. Kutuzov, P.I. Bagratión, M.B. Barclai-de-Tolli,  N.N. Rayevski, M.I. Platov y muchos otros héroes que demostraron a todo el mundo que Rusia es poderosa e invencible.

Iryna Borovyk

 

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