Francisco Piedra desde niño cantaba y tocaba instrumentos
musicales. Su sueño más anhelado era
irse del país para perfeccionar su arte.
Estudiaba durante largos años,
primero en el Conservatorio de Castella, después en la Universidad de
Costa Rica donde se especializó en la carrera de piano. Al fin su sueño se hizo realidad: cuando
tenía 18 años obtuvo una beca para estudiar en Rusia. “Estar en el Conservatorio de Moscú – era para mí como un sueño mágico, el
colmo de mis deseos!” Pero su nivel
profesional no fue lo suficientemente alto, así que después de la facultad de
preparatoria, lo mandaron primero al Instituto “Gnesin” donde estudió por 4
años, y después pudo entrar a la carrera principal en el Conservatorio; en
total, pasó 10 años en Moscú estudiando.
En la actualidad, Francisco es el jefe de la Escuela de Música en la
Universidad Estatal a Distancia (UNED).
Cree que el medio musical profesional en Costa Rica ahora ha subido de
nivel considerablemente gracias a los egresados de Rusia y otros países. Sin embargo, existen muchos problemas que
precisa trabajar y resolver.
Francisco
Piedra a menudo llega a las actividades culturales en la embajada de Rusia en
Costa Rica para embellecer los discursos oficiales con su maravillosa
interpretación en el piano. Es una
persona tan simple y poco exigente que hasta cuando le ofrecen un instrumento
desafinado, no reclama ni hace escándalo como sucede con otros artistas de alta
nivel. Y hace poco, en la celebración
del Día de la Unidad Popular, ¡comenzó a tocar una pieza tan movida que todo el
mundo se puso a bailar!
- Francisco, ¿por qué decidió a ser músico, tal
vez tenía algunas tradiciones familiares?
- Sí, mi padre fue músico, tocaba el piano y
otros instrumentos, enseñaba música, y mi madre cantaba. En nuestra casa siempre ha habido un piano, y
desde niño, me encantaba cantar. Cuando
llegaban visitas, mi madre siempre me pedía cantar para ellas unas canciones
populares, y yo las interpretaba con gusto.
Mis hermanos mayores también tocaban instrumentos y cantaban. Siempre me gustaba música y soñaba con llegar a ser profesional por lo que antes de
entrar a la escuela ya sabía leer
partituras y decidí que sería pianista.
- ¿Usted recibió su educación primaria en el
Conservatorio de Castella?
- Sí, pero al principio, estudiaba en una
escuela común, donde cantaba en el
coro. Entré al Castella en el 7° grado. El Conservatorio de Castella es una de las escuelas más viejas
y únicas en Costa Rica, fundado en el
año 1953. Aunque tiene nombre de “conservatorio”,
se aceptan niños a partir del primer grado para finalizar en el undécimo. Además de materias académicas tradicionales,
ahí estudian música, pintura, escultura, teatro y ballet. La escuela tiene su orquesta y teatro
propios. Cada mañana llega una gran cantidad de buses trayendo niños y niñas de todas las ciudades y pueblos de la Meseta
Central, donde permanecen hasta bien
entrada la tarde o sea que tienen el día
“prolongado”, además de pagar cuotas muy moderadas. El alma y fundador del conservatorio, don
Arnoldo Herrera, fue un músico de carrera y director de orquesta, quien durante
más de 40 años inculcaba en sus alumnos el sentido de la belleza, la
autodisciplina y el espíritu libre de la creatividad. Durante todos esos años la escuela funcionaba
como institución semi-privada. En el año 1996 don Arnoldo falleció y su hijo
Sergio, también director de orquesta, intentó de seguir su obra. Pero pronto comenzaron los problemas y la
institución entró en crisis por lo que pasó a manos del estado. Hasta ahora es la única escuela de este tipo
en el país. Allá estudié junto con Eddie
Mora, y ambos nos graduamos el mismo año;
él es también egresado del Conservatorio de Moscú.
- Sí, al Conservatorio de Castella lo llaman
“el semillero de talentos”. Muchos
músicos, escultores, pintores y artistas famosos salieron de su seno. ¿Y dónde usted estudió después?
- Aún siendo estudiante del Castella comencé a
asistir a cursos en la Universidad de Costa Rica y después de haberme graduado
de secundaria entré a la escuela de música en la carrera de fortepiano, y ahí
estudié durante dos años. Pero siempre
he tenido el sueño de viajar a algún lugar lejano y perfeccionar mi arte, ya
que entendía que el nivel de la educación musical en Costa Rica en aquellos
años era bastante bajo. Además, tenía
mucho deseo de viajar por el mundo, aprender diferentes idiomas ya que siempre me han gustado, por lo que además del
español, hablo ruso, inglés y francés.
Entonces, cuando tenía 18 años, recibí un mensaje en el que se
comunicaba que me otorgaba una beca para estudiar en la Unión Soviética. A pesar de ciertos prejuicios contra el
sistema socialista, entendía muy bien que la educación musical en Rusia era
excelente, y que muchos costarricenses se graduaron allá, por lo que me sentí muy feliz e inspirado. Cuando llegué a Moscú, Eddie Mora me recibió
ya que se ha ido a la URSS un año antes que yo.
- ¿En qué año comenzó a estudiar en Moscú? Cómo
era nuestro país en aquellos tiempos?
- Llegué en 1984, cuando el jefe del gobierno
era K. Chernenko, quien murió poco después
y en su lugar llegó M. Gorbachov
y así muy pronto comenzó la Perestroika.
Me tocó vivir en Rusia en los años de todos los cambios socioeconómicos,
podría pasar un día entero contando sobre ello, pero creo que usted todo lo
sabe mejor que yo. Pero para los
estudiantes, la crisis económica fue para bien porque el valor de dólar en el
mercado negro crecía cada día y con un poco del dinero que nos enviaban
nuestros padres, podíamos comprar ricas comidas, visitar teatros y viajar por Rusia y otros
países de Europa. Aproveché esta
oportunidad y durante las vacaciones visité Leningrado, Crimea, también fui a
Finlandia, Checoslovaquia, Alemania, Suecia y Francia, adonde fui ¡cinco veces!
Hasta di unos cuantos recitales allá en salas de conciertos. Así aprendí el idioma francés.
- ¿Y cómo sobrellevó el famoso “choque cultural”
ya que los estudiantes extranjeros primero rechazan la comida, después se
congelan, después sufren luchando por aprender la lengua rusa…?
- No, para mí el choque más importante fue el
nivel altísimo de exigencias que me hicieron en música. En el Conservatorio de Moscú, todos eran
mucho mejores que yo, unos “monstruos” virtuosos manejando tanto el instrumento
como su nivel artístico, la profundidad de la impresión y expresión de
sentimientos. Lo que aprendí en Costa
Rica, no llegaba ni a un uno por ciento de lo que me exigían en Moscú! En el primer año más que nada estaba
estudiando el idioma y conociendo el conservatorio, y después me mandaron a
estudiar en el Colegio “Gnesin”, que es el segundo después del conservatorio
centro de estudios musicales de Moscú, el cual también es muy antiguo y
famoso. Pero resultó que todos los
campos en la residencia de estudiantes estaban ocupados, y entonces quisieron
mandarme a estudiar a Leningrado. Esto
no me convenía… ¡quería quedarme en Moscú y solamente en Moscú! Nadie pudo interceder por mí, no había ni mamá,
ni papá, ni traductores a mi lado, así que me atreví y fui solo a la cita en el
Ministerio de Cultura. Aunque me moría
de miedo, entré al despacho y con mi ruso incipiente (¡… apenas comenzaba un
poco a comunicarme en este idioma!) le expresé a aquel alto funcionario qué era
lo que quería. Aquel se asombró al verme
tan decidido, valiente y con tanto deseo de estudiar con mejores profesores. Y yo estaba muy orgulloso de que, a pesar de
mis posibilidades tan limitadas, pude defenderme. A los días me comunicaron que había aparecido
un campo en la residencia. ¡Me puse tan
feliz que salí y brincaba por la calle de Arbat como un canguro! En el Colegio “Gnesin” estudié durante cuatro
años, y ya después pude entrar al primer año de carrera en el
Conservatorio. Era muy difícil, pero
hacía mis mejores esfuerzos, practicando todos los días muchas horas. No todos los profesores fueron muy amables,
me acuerdo que una profesora, cuando no le gustó mi interpretación, me aconsejó
con sarcasmo regresar a mi país tropical y descansar allá bajo las palmeras
para no sufrir tanto en la lejana Rusia y no hacer sufrir a los demás con mi
interpretación tan repugnante… Pero cuando
ella se sentaba al instrumento, tocaba tan precioso que todos los
resentimientos se me olvidaban… En total, pasé estudiando en Rusia diez
años. Después pude, con la ayuda de una
amiga, alquilar un apartamento en pleno centro de Moscú, en la calle Gorki, al
frente el Telégrafo Central. Viví muy
bien en Rusia, me alcanzaba el estipendio que nos pagaban mensualmente, a veces
ganaba algo dando conciertos y clases, y cuando terminé mis estudios me traje
un piano “Estonia” de media cola, en contenedor.
- ¿Y dónde trabajó después de terminar los estudios?
- Más que nada en la docencia. Al principio daba clases en mi querido
Conservatorio de Castella, y después impartí cursos en la Universidad de Costa
Rica y en la Universidad Nacional. Y
desde el año 2001 estoy en propiedad a tiempo completo en la Universidad
Estatal a Distancia (UNED). Me nombraron
director de la carrera de música y
trabajamos en el convenio con el Instituto Nacional de la Música
(antigua Orquestra Sinfónica Juvenil). Nuestros
estudiantes cursan casi todas las materias a distancia, por internet, pero las
clases de instrumento, por supuesto, deben recibir personalmente. Los que viven lejos tienen que alquilar
vivienda en San José, eso es la particularidad de nuestra carrera. Entre los estudiantes también hay extranjeros
de Salvador, Honduras y otros países.
Últimamente casi no tengo alumnos de piano, sólo los estudiantes de
posgrado, tengo a mi cargo las asignaturas de Prácticas Dirigidas también
conocidas como prácticas docentes, investigación para la elaboración de trabajos
escritos y trabajos finales de graduación, además de la conducción de los
conciertos de graduación. He combinado la ejecución musical con la
composición de obras para quinteto de maderas, compuse e instrumenté el himno
de la UNED. También en tiempo libre me gusta escribir poesía la cual algún día
quisiera musicalizar. Tengo piezas musicales (canciones) sobre poesías de
Jorge Debravo y Virginia Gruter.
- ¿Cuáles son los logros y los problemas
principales de la educación musical en Costa Rica que usted puede mencionar?
- La educación musical en Costa Rica en los
últimos años, es un medio muy exigente.
Los logros principales se han hecho gracias a la participación de muchos
colegas quienes, igual que yo, nos hemos graduado en otros países. Eddie Mora, Alexander Sklutovski y otros
están subiendo considerablemente el nivel de maestría de interpretación. Ahora los estudiantes tienen que enfrentar
muchos retos, pero también tienen muchas oportunidades. También existen muchas necesidades que
impiden trabajar normalmente. Lo que
trate de teoría musical, no existe tal carrera en una sola universidad de aquí,
tampoco hay investigaciones científicas.
No hay mucha coordinación entre escuelas musicales de diferentes
universidades y colegios. Tampoco hay
planificación de largo alcance, y sin ello no podemos trazar nuestro trabajo
para el futuro. No hay música de cámara
profesional, sólo grandes orquestras y coros; y los grupos pequeños de músicos
están obligados a actuar en fiestas y actos culturales privados. Lo que trate del piano, puedo señalar que
hacen mucha falta pianistas para acompañar a otros instrumentistas, ya que toda
la enseñanza por muchos años se ha enfocado en formar solistas, y esta área de
trabajo resultó fuera de atención y desprestigiada.
- ¿Y cómo concertista, cuáles compositores le
gustan más?
- De siempre me gustan más los románticos:
Chopin, Schubert, Liszt. Pero en
general, cualquier música me encanta, también jazz, hasta la música moderna. Me interesa mucho la música rusa popular, el
folklor, etc. Me gustaría aprender y
tocar más piezas y canciones diferentes.
- Muchas gracias Francisco, por tan interesante
relato. ¡Espero que nos veamos más
adelante, para cantar juntos canciones rusas!
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