Costa Rica cuenta con 112
volcanes de los cuales cinco están activos.
El más popular de ellos es el Arenal ubicado en la parte noroeste del
país. Durante los últimos 43 años
presentaba un espectáculo increíble: permanentemente expulsaba pequeñas
cantidades de lava y gases. Para
observar este bello y alto volcán, escuchar sus retumbos y admirar de noche su
cúspide roja, llegaban anualmente casi un millón de turistas de todos los
países del mundo. Y a la par de éste,
creció la pequeña ciudad de La Fortuna: llena de hoteles, cabinas y
restaurantes. Los pobladores florecían gracias
a su vecino de fuego. Tanto la montaña y
los terrenos aledaños fueron transformados en Parque Nacional en el año 1991.
En 1968, después de 450 años
de sueño profundo, el Arenal de repente explotó y mató a 87 personas de
poblaciones aledañas quienes antes de eso creían que era una montaña
cualquiera, como muchas alrededor. En su
ladera oeste se formaron tres cráteres, y el más alto de estos quedó activo
hasta nuestros tiempos, y como resultado el volcán creció en 321 metros y llegó
a medir 1 721 metros de altura. Debajo
del volcán emerge un río de aguas termales por lo que se construyeron muchas
piscinas, balnearios y restaurantes para los turistas, de los cuales Tabacón y
Baldí son los más populares.
La última erupción de lava y
piedras se produjo en octubre del 2010.
Y ahora se ven sólo pequeñas emisiones de gases y los vulcanólogos han
registrado una pequeña actividad a 5 km de profundidad. En 1973 y 1980 el volcán también tuvo
interrupciones, pero esta vez, como consideran los científicos, su actividad
bajó de manera importante. Parece que
entró en “fase de reposo”. Pero esto no
quiere decir que “ha muerto” definitivamente.
El volcán está bajo vigilancia permanente por medio de sensores
especiales y a la par se instaló una cámara automática de video que trasmite de
día y de noche el paisaje del volcán. Se
puede ver este video en el sitio http://www.ovsicori.una.ac.cr/vulcanologia/
videoarenal.html
La Fortuna sigue invitando al turismo a que admire el cono perfectamente ideal del volcán, a que camine por el parque nacional junto a mapaches y monos, a que se bañe en las piscinas de agua caliente y saludable o que navegue en bote en el lago del mismo nombre. Sin embargo, sin el “personaje principal”, el coloso retumbante, la actividad turística de la zona está bajando considerablemente. Los pobladores todavía siguen con costos pagando sus deudas e impuestos, pero muchos de ellos ya están pensando en cerrar sus cabinas y restaurantes. Es una pena que el Arenal “se pensionó”. ¡Ahora tenemos un espectáculo menos!
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